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Alejandra Románova, Zarina de Rusia

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Alejandra nació el 6 de junio de 1872 en el Neues Palais de Darmstadt, la capital del Gran Ducado de Hesse, siendo la sexta hija de los futuros Grandes duques: Luis de Hesse y Alicia del Reino Unido y nieta por lo tanto de la Reina Victoria I. Fue una niña hermosa, rubia, de ojos azules y desde el principio fue llamada Alix por sus padres y hermanos. 

Darmstadt era una pequeña ciudad muy provinciana y además en su familia los medios económicos eran más bien escasos, así que la pequeña Alix disfrutaba enormemente de los periodos de vacaciones en la campiña inglesa, junto a su familia materna. Su madre, la princesa Alicia, la había educado con los mismos principios victorianos que a ella la educaron: un gran amor a la familia y una estricta moralidad y, tal vez por ello, se había convertido en una de las nietas preferidas de la reina Victoria.

Tenía apenas seis años cuando la tragedia vino a teñir su infancia de tristeza. En 1878 hubo una epidemia de difteria en Darmstadt de la que no se libró ningún miembro de la familia ducal. El Neues Palais se vistió de luto, la madre y la hermana menor de Alix murieron como consecuencia de la epidemia. La pequeña Alejandra no se recuperaría del dolor de la orfandad y a partir de entonces su rostro siempre reflejaría un fondo de tristeza. Su timidez y retraimiento se irían acentuando. 

Alix de Hesse

La educación de Alix estuvo tutelada por la Reina Victoria, a quien sus profesores informaban de los progresos de la niña. Victoria había decidido que en ausencia de su madre a ella le correspondía la obligación de velar por la buena educación de su nieta. Alix pasaba los inviernos en Darmstadt y los veranos en el Reino Unido. Allí se reunía con la mayoría de sus primos bien fuera en Osborne, en Balmoral o en Windsor pero, a pesar de estos periodos de confraternidad siguió siendo una niña introvertida y solitaria. 

El año 1884 marcaría su destino. Su hermana mayor, Isabel, iba a contraer matrimonio con el Gran Duque Sergio, hermano del Zar de Rusia Alejandro III. Alix tenía 12 años y seguía siendo tímida y retraída lo que le impedía disfrutar de los grandes acontecimientos por tanto, acudir a Rusia para asistir al enlace no supuso para ella ninguna alegría. Sin embargo cuando llegó quedó impactada por el esplendor, el lujo y la riqueza de San Petersburgo. Acostumbrada como estaba a las estrecheces económicas de su familia en Darmstadt, el palacio imperial de Peterhof le pareció el parangón de la opulencia. 

No obstante no fue el lujo lo que más impresionó a Alejandra sino el hijo y heredero del Zar, Nicolás. También el joven, que tenía 16 años, se sintió impresionado por Alix y cabe suponer que ambos se prometerían amor eterno.

Nicolas II

Los años pasaban, sus hermanas mayores se habían ido casado y en Darmstadt tan sólo quedaban ella y su hermano Ernesto, el heredero, junto a su padre. Alix se había convertido en una joven alta y delgada, con un rostro de delicadas facciones pero, seguía siendo extremadamente tímida y el hecho de tener que asumir las funciones de representación femenina del ducado y tratar con gente extraña la sumía en un estado de ansiedad cercano a lo patológico. Tampoco su salud  era buena y, a pesar de su juventud, sufría crisis de ciática que la dejaban postrada y sin poder andar en muchas ocasiones. También eran frecuentes en ella las otitis y las jaquecas. 

La reina Victoria, para la que Alix seguía siendo su nieta favorita, tenía el plan de casarla con su nieto Alberto Victor, hijo del príncipe de Gales y por tanto el segundo en la linea de sucesión. Pero Alejandra - que seguía enamorada de Nicolás - rechazó la oferta. 

El 1892 murió su padre y esta nueva pérdida la abatió por completo y la colocó al borde de la depresión. Su abuela Victoria - que la invitó a pasar una temporada con ella - y su dama de compañía Gretchen Von Fabrice, lograrían con paciencia y cariño, animarla. 

Con ocasión de la boda de su hermano Ernesto volvería a reunirse con Nicolás. Ambos jóvenes se darían cuenta de que seguían enamorados y que deseaban pasar el resto de su vida unidos. Esta boda no sería del agrado del Zar, a quien no gustaba el origen alemán de la joven, ni tampoco de la reina Victoria, a quien no gustaban los Romanov pero, pese a todo, Alejandra empezaría a prepararse para el matrimonio y para abrazar la religión ortodoxa.

Alejandro III moría el 1 de noviembre de 1894 y Nicolás era proclamado nuevo Zar. Todavía no había transcurrido un mes de estos hechos cuando se casaba con Alejandra. 

Boda de Nicolas y Alejandra. Laurist Tuxen. Palacio de San Petersburgo

Alix conocía muy poco de su nuevo país, no hablaba su idioma- nunca lograría hablarlo con fluidez- y desconocía sus costumbres. El pueblo ruso, supersticioso como era, auguró a la pareja un mal reinado puesto que un ataúd negro había precedido a la boda, y no se equivocaron. 

El día de la coronación de la nueva Zarina, y para que todo el mundo pudiera festejar el acontecimiento, se sacaron carros de comida para distribuir entre la población.El pueblo ruso, hambriento, se abalanzó hacia la comida pisoteando todo y a todos los que se pusieran delante. Hubo bastantes muertos. A pesar de ello Alix continuó festejando su coronación. 

El carácter tímido de Alejandra era interpretado por sus súbditos como frialdad y distancia y no despertaba simpatías. Tampoco ella se sentía atraída por el arte y la cultura rusas y además su comportamiento, a raíz de convertirse en zarina, se tornó autoritario. De hecho influyó enormemente en su marido para que desoyera cualquier consejo y gobernara con todo el autoritarismo que, según consideraba ella, el poder absoluto del Zar debería tener. 

En 1895 nacería su primera hija, Olga, que lógicamente, produjo una gran decepción puesto que todo el mundo esperaba un varón continuador de la dinastía. Las decepciones continuarían ya que, después de esta primera niña, nacerían otras tres: Tatiana, María y Anastasia. También el pueblo ruso se mostraba decepcionado y su antipatía por la Zarina aumentaba. Hubo que esperar hasta el 12 de agosto de 1904 para que naciera el ansiado varón que recibió el nombre de Alexis. No iba a durar mucho la alegría ya que, poco después de su nacimiento, se evidenciaría que Alexis sufría hemofilia.



Alejandra, Zarina de Rusia. Veber. Russian Museum

Alejandra, consciente de que era ella la que había trasmitido la enfermedad a su hijo, cayó en la desesperación. La sobreprotección a la que sometió a su hijo fue enorme, una enfermera, Marie, vigilaba constantemente al niño para evitar cualquier percance y siempre había médicos en palacio para su cuidado ya que el zarevich sufría fuertes dolores debido a hemorragias intraarticulares. Pero a la zarina Alejandra no le bastaba con esto, ella quería la curación de su hijo, ella quería un milagro.

Aparecería entonces en palacio, de la mano de Anna Výrubova, una de las damas de la Corte, un monje extravagante, maníaco y egocéntrico pero con un gran poder de persuasión y dispuesto a hacer creer que podía hacer el milagro: Rasputin. Lo primero que hizo el monje fue retirar del tratamiento que llevaba el Zarevich la aspirina que le daban sus médicos para aliviar sus dolores. De éste modo consiguió disminuir las hemorragias de Alexis y desde ese momento Alejandra empezaría a creer que el monje era un enviado de Dios. 

Gregori Rasputin

Rasputin tenía un enorme carisma así que, tanto Alejandra como su hijo, estaban subyugados por él. Su influencia llegó a ser tan grande que no había decisión del Zar o la Zarina - cuando actuaba de regente - que no hubiera recibido previamente el visto bueno del monje. En el gobierno y en la corte se consideraba que ésta influencia era absolutamente nefasta para el Imperio y finalmente Rasputin fue asesinado en diciembre de 1916. 

Durante la Regencia de Alejandra el gobierno ruso se deterioró rápidamente. La primera guerra mundial supondría una carga insoportable, los recursos escaseaban y aparecerían las hambrunas. Nicolás II era incapaz de controlar su Imperio, el pueblo ruso tan vasto, tan pobre y tan desesperado no aguantaba más y estalló la revolución. El Zar fue obligado a abdicar en marzo de 1917.

La familia Imperial pasó unos meses de reclusión en Tobolsk, en Siberia. En abril de 1918 fueron trasladados a la Casa Ipátiev, en Ekaterimburgo. Allí, el 17 de julio, a medianoche, fueron ejecutados No murieron solos, junto a ellos fueron fusiladas algunas personas de su servicio. 


La Familia Imperial


En 1979, los historiadores Aleksandr Avdonin y Geli Riábov hallaron la posible tumba de la Familia Imperial en un lugar cercano al bosque de Koptiakí, pero ésta no fue abierta hasta 1991. Tras los exámenes de ADN, se concluyó que los restos encontrados correspondían a la pareja imperial y a tres de sus hijas. Faltaban pues los del zarevich Alexis y los de una de sus hermanas. La leyenda de que la Gran duquesa Anastasia se había salvado se había iniciado ya mucho antes.

En 2007 se encontró otra fosa a unos 70 metros de la primera, en la que fueron hallados los cadáveres de un varón de entre12 y 15 años y una mujer de 15 a 19. Los estudios de ADN demostraron que los restos correspondían a Alexis y a una de las grandes duquesas, o bien María que tenía 19 años o bien Anastasia que tenía 17. Los ADN de los hijos del Zar y de su esposa fueron cotejados con el del duque de Edimburgo - esposo de la actual reina del Reino Unido - emparentado con la Zarina. 

En 1998 se les dio sepultura en la catedral de San Pedro y San Pablo en San Petersburgo. En el año 2000 fueron canonizados por la Iglesia Ortodoxa.



Maximiliano de Habsburgo, Emperador de México

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Maximiliano de Habsburgo. Winterhalter



Era el 6 de julio de 1832 cuando nacía en el palacio de Schönbrunn en Viena el segundo de los hijos de los Archiduques Francisco Carlos de Habsburgo y Sofía Wittelsbach. Maximiliano era un niño rubio, guapo, comunicativo y alegre y se convirtió en el favorito de su madre y de su hermano mayor, Francisco José, el futuro Emperador de Austria.

Como era costumbre en la Corte austriaca su educación, a cuyo cargo estaba el conde Enrique de Bombelles, fue rigurosa, muy completa y severa. Sentía una inclinación especial por todo lo cultural : el arte, la historia y la literatura eran sus asignaturas favoritas.

Desde los 18 años pasó a servir a la Armada de Austria. En 1852 el buque en el que servía hace una parada en Portugal y allí conoce a la princesa María Amalia, hija del Emperador Pedro I de Portugal. Ambos se enamoran y se prometen en matrimonio aunque en aquel momento todavía no se hace oficial el compromiso. La felicidad de Maximiliano duraría muy poco puesto que Amalia moriría en febrero de 1853 víctima de la tuberculosis. Fue un duro golpe para el Archiduque del que tardaría en recuperarse puesto que Maria Amalia había sido el amor de su vida.

Durante los tres siguientes años se dedico a cumplir con su trabajo en la Armada de la que ya era contralmirante, y por lo tanto a viajar por medio mundo. Pasado ese periodo se consideró que era momento de que tomara esposa y se empezaron a barajar posibles candidatas.

A sus 24 años Maximiliano era un hombre guapo, alto, elegante y de buenos modales, en definitiva un perfecto caballero. Es a esa edad cuando conoce a Carlota de Bélgica, ocho años menor que él y que quedó absolutamente impresionada por el Archiduque. No le ocurre lo mismo a Maximiliano que sigue soñando con su amor perdido.


Carlota de Bélgica. Winterhalter


No le quedó más remedio a Maximiliano que sucumbir a los deseos de la princesa belga,tanto el padre de ésta, el Rey Leopoldo I - dispuesto siempre a satisfacer a su hija - como la Reina Victoria de Inglaterra y su propio hermano Francisco José, consideraron que éste era un matrimonio conveniente, dada la inmensa fortuna de la joven.

Contrajeron matrimonio en Bruselas. el 27 de julio de 1857 y Francisco José de Austria, cediendo a las presiones de Leopoldo I, nombró a Maximiliano Virrey de Venecia y la Lombardía y en Italia vivieron los siguientes años. Carlota, tenía una gran cultura y, tal vez, por haber estudiado junto a sus hermanos, daba la impresión de que había sido educada para gobernar. Se convirtió en la asesora de su marido en todos los temas políticos y como éste tenía una gran facilidad para empatizar con la gente la pareja fue muy popular.

Maximiliano nunca fue un hombre de buena salud, desde muy joven eran frecuentes en él las cefaleas, los dolores de estomago, los resfriados, las anginas y es posible que esa fuera la razón por la que no le gustaba trasnochar y por la que daba largos paseos al aire libre. De naturaleza nerviosa, solía encerrarse en su habitación cuando tenía algún conflicto evitando cualquier contacto con el mundo exterior.

En 1959 el Piamonte y Francia declaran la guerra a Austria y ésta pierde el control del norte de Italia. Maximiliano y Carlota se refugian en Trieste donde años antes el Archiduque había hecho construir el Castillo de Miramar. Maximiliano era feliz allí, estaba frente al mar - una de sus pasiones - y podía dedicar su tiempo a sus aficiones. No ocurría lo mismo con su esposa que languidecía de aburrimiento sin que el " dolce far niente " le causara otra cosa que un cuadro depresivo.

Mientras la vida de los Archiduques transcurría plácidamente en Trieste en México la Guerra de la Reforma había dejado al país arruinado y endeudado con Francia, Inglaterra y España. En octubre de 1861 las tropas de los tres países llegan a México. España e Inglaterra firman un tratado con el gobierno liberal de Juárez y se retiran pero Francia permanece, dispuesta a crear en México un Estado satélite de Francia.
Después de la derrota de los republicanos se acordó volver al sistema monárquico y constituir el Segundo Imperio Mexicano. Tras varias deliberaciones el partido conservador ofrecería el Imperio a Maximiliano de Habsburgo.

Castillo de Miramar

Carlota se entusiasmó con la idea de gobernar un imperio, no tanto Maximiliano que se encontraba feliz en su retiro. La presión que sus familiares y su esposa ejercieron sobre él no le permitirá otra cosa más que la aceptación de la propuesta. Previamente a ello renunciaría a sus derechos dinásticos a la Corona Austriaca.

 Desembarcaron en Veracruz en mayo de 1864 y fijaron su residencia en el castillo de Chapultepec. Y desde ese momento empiezan a preocuparse por ser unos buenos gobernantes, pero la situación en Mexico era caótica. El nuevo Emperador recorría las ciudades y pueblos de su Estado en un intento de conocer sus problemas y familiarizarse con ellos, dejando a Carlota como regente durante sus ausencias. De temperamento liberal, Maximiliano se esforzaba en gobernar para todos los mexicanos y mejorar las condiciones de un país que se encontraba en bancarrota pero sólo conseguiría el descontento de todos. Los liberales, que además eran republicanos, se oponían a un gobierno monárquico y los conservadores consideraban que la política del Emperador era demasiado liberal. Tampoco los franceses estaban contentos porque entendían que sus intereses no estaban siendo suficientemente defendidos.

Carlota y Maximiliano dormían en habitaciones separadas y no parece que entre ellos existiera una relación marital. Para explicar ésta situación se dispararon los rumores. Se dijo que Maximiliano era impotente y sifilítico pero nada de ello ha podido ser probado. Ni los doctores austriacos Semeleder, Jilek, Bohuslavek, ni el doctor Samuel Basch, que siempre le acompañó, ni siquiera el medico mexicano Rafael Lucio - que había entrado al servicio del Emperador ante la inexperiencia de los médicos austriacos para tratarle unas fiebres intermitentes - han confirmado estos rumores, es más, nunca han hecho alusión a ellos.

La razón de que una pareja joven, que parece amarse, esté unida tan sólo por lazos platónicos - y más si se tiene en cuenta que todo Imperio necesita un heredero - resulta un misterio que no ha podido ser esclarecido. Su propio secretario Jose Luis Blasio relata su asombro cuando en un viaje a Puebla le muestra a Maximiliano el dormitorio que había sido preparado para él y la Emperatriz y Maximiliano, sin disimular su enojo, ordena le sea preparado un dormitorio alejado del de su esposa.



Maximiliano I de México. Winterhalter. 1864

La situación de los nuevos emperadores mexicanos era cada vez más difícil, puesto que los partidarios de Benito Juarez luchaban por ocupar cualquier parte del territorio y el ejercito francés era incapaz de controlar la totalidad del Estado. Un hecho exterior acabó de desestabilizar el poco equilibrio de la Monarquía. En 1865 había terminado la Guerra de Secesión de los Estados Unidos y su nuevo gobierno - a quien parece ser que no convenía tener en el continente americano una monarquía enraizada en Europa - decide apoyar a Benito Juárez.

La injerencia de Estados Unidos y el hecho de que Francia se encontrara en pleno conflicto con Prusia llevan a Napoleón III a retirar sus tropas de México dejando a Maximiliano en la más absoluta soledad. Ante esta situación Maximiliano se plantea abdicar pero Carlota no quiere ni oír hablar de semejante renuncia y decide viajar a Europa para recabar ayuda. Partirá hacia el viejo continente en de septiembre de 1866 y ese será el último día que verá a su marido.

El ejercito de Benito Juárez avanzaba hacia la ciudad de México, Maximiliano y sus colaboradores más leales deciden partir hacia Querétaro. El 13 de febrero de 1867 sale del Palacio Imperial.

Tardaría seis días en llegar a Querétaro y una vez allí establecería su cuartel general el el convento de la Cruz. Durante meses el ejercito de Juárez los mantendría sitiados hasta que el 15 de mayo Maximiliano, junto a sus generales Miguel Miramón y Tomás Mejía, caería prisionero. Los tres serían juzgados por un tribunal militar y condenados a muerte. Todas las monarquías europeas abogarían ante Benito Juárez solicitando la conmutación de la pena. Todos los esfuerzos serían en vano.

El 19 de junio de 1867, en el Cerro de Las Campanas y junto a Miramón y Mejía, Maximiliano de Habsburgo sería fusilado.

El efímero Emperador murió con un "Viva México" en los labios. Su cadáver fue repatriado y recibió sepultura en la Cripta Imperial de la Iglesia de Los Capuchinos de Viena.

GRACIAS MACONDO

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Chema, me dedica hoy en su blog Bitacora de Macondo, una de sus Macondobiografías. Quiero darle las gracias por ello y por lo que en ella dice.

Añadiré que no me siento identificada con el papel de profesora o "señorita" de nadie, ya me gustaría a mi saber lo suficiente de algo y ser capaz de trasmitirlo.

Así que gracias por dedicarme una de tus páginas y por tu benevolencia.

Eulalia de Borbón, Infanta de España

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Eulalia de Borbón - Giovanni Boldini



En la madrugada del día 12 de febrero de 1864 la reina Isabel II alumbraba en el Palacio Real a la última de sus hijas. Se le impondría el nombre de Eulalia ( por ser la santa del día de su nacimiento) y una larga lista de otros nombres, continuando así con la costumbre de la Casa Real española.

 Eulalia contaba apenas cuatro años cuando en España se desató " La Gloriosa", la revolución que traería como consecuencia el exilio de la reina y de su familia. Se trasladaron a Paris, instalándose en el palacio Basilewsky, que, dado el casticismo de Isabel II, fue rebautizado de inmediato pasando a llamarse palacio de Castilla.

Eulalia y sus hermanas ingresaron en el colegio del Sagrado Corazón, y la infanta guardaría de él muy gratos recuerdos. La etiqueta era, lógicamente, menor que en Madrid y esa libertad de la que gozaba la rememora Eulalia en sus memorias escribiendo que "todo era fácil, alegre y grato en aquel París risueño del último periodo imperial". 

Cuando se produjo la restauración de los Borbones en el trono español, Eulalia tenía 11 años. Su hermano Alfonso regresó a España pero tanto ella como su madre y hermanas - excepción hecha de la Infanta Isabel que, al ser la mayor, sería nombrada Princesa de Asturias - permanecerían en París ya que, no serían autorizadas a pisar suelo español hasta un año después.

A pesar de sus pocos años, Eulalia aparecía como la más guapa de las hermanas. Era rubia de ojos claros y tez blanca, tenía una hermosa figura y demostraba, ya en aquellos años, una gran sencillez y un cierto carisma.

Eulalia con Isabel II y sus hermanas


La vida transcurría para Eulalia entre Sevilla y Madrid y la experiencia del regreso a la Patria no parece que fuera de su agrado, acostumbrada como estaba a una vida más libre y con mayores distracciones. La propia Eulalia confesaría que no tenía amigas con las que divertirse.

La destronada Isabel II había regresado a Paris y Eulalia y sus hermanas, instaladas en el Palacio Real, habían visto casar a su hermano con Mª de las Mercedes de Orleáns, quedar viudo de ésta y volver a contraer matrimonio con Dª Cristina de Habsburgo.

Cuando la segunda boda de su hermano se celebra Eulalia tenía 15 años y por razones de etiqueta no podía asistir a los saraos que se celebraban pero, fue justamente durante esta boda cuando tuvo lugar el primer escarceo amoroso de la Infanta.

El Archiduque austriaco Carlos Esteban, hermano de María Cristina, acudió a Madrid para la boda y parece ser que Eulalia, según nos cuenta ella misma, al ver lo apuesto que era quedó vivamente impresionada. Sin pensarlo dos veces, y desobedeciendo las ordenes de su hermano el Rey, acudió a su encuentro y entre ambos surgió el flechazo. Aquel primer amor se diluyó tan rápidamente como había surgido, pero da cuenta del indómito carácter de la Infanta.

Eulalia se sentía como una extranjera en España, su espíritu liberal chocaba de frente con el encorsetamiento de las damas españolas y su exacerbado catolicismo. Por otra parte las relaciones con su hermana Isabel eran francamente malas, las separaban diez años y un modo de entender la monarquía diametralmente opuesto.

En Sevilla conocería Eulalia a otro de sus amores juveniles: Carlos de Portugal, heredero a la Corona lusa. A pesar de que ambos se enamoraron no entraba en los planes de Eulalia convertirse en Reina y rechazó al pretendiente aunque, según José Mª Zabala, se convirtieron en amantes y parece ser que esta relación perduraría hasta que en 1907 se produjo la muerte de D. Carlos.

Como ocurría siempre, las razones de Estado imperaban y el Rey ya tenía pensado el candidato que convenía a la Corona española como marido de Eulalia. El elegido era Antonio de Orleáns y Borbón, hijo de los duques de Montpensier y por tanto su primo carnal. No era del agrado de Eulalia pero cuando Alfonso XII, ya mortalmente enfermo, pide a la Infanta que acepte el compromiso ella, conmovida por la inminente muerte de su hermano, prometerá hacerlo.


Antonio de Orleáns y Borbón

No le quedaría mas remedio que cumplir su promesa. La presión de su madre y de su hermana Isabel serían más fuertes que su deseo de rechazar al novio y la boda se celebró el 5 de marzo de 1886 en el Palacio Real de Madrid.

Ninguno de los dos estaba enamorado y el carácter de ambos era completamente distinto. Eulalia era inteligente, cosmopolita e independiente y Antonio un hombre excéntrico, amante del lujo, mujeriego y de limitada inteligencia.
 Desde el momento en que Eulalia se convirtió en una mujer casada se le empezaron a encomendar tareas de representación y comenzó su etapa viajera. Estaba presente en todas las cortes europeas junto a su esposo pero, a pesar de que los hijos habían comenzado a llegar el matrimonio hacía aguas. Antonio de Orleans tenía sus amantes y Eulalia no le iba a la zaga y también tenía los suyos. De entre ellos quizás el más conocido, en aquella época, fuera el conde francés Jorge Jamentel.

En los periodos entre viajes Eulalia regresaba a Madrid, lugar que detestaba y donde no encontraba ningun aliciente. La regente, Mª Cristina, era una viuda triste y con su hermana Isabel jamás se había llevado bien. En 1893 realizó, representando a España, un viaje por Estados Unidos y Cuba, tal vez, el más emblemático y conocido y también el más comprometido.

Eulalia y su esposo dejaron de aparecer juntos en 1895, aunque hasta cinco años después no se produjo la separación oficial. Fue la propia Eulalia quien la solicitó al darse cuenta que la suma de dinero que recibía del Estado español como Infanta y que era administrada por su esposo, disminuía considerablemente antes de llegar a sus manos. El escándalo corrió como la pólvora, removiendo los cimientos de la realeza y de la nobleza europea.

Eulalia junto a sus hijos

Eulalia se trasladaría a Paris, huyendo de los acusadores ojos de su familia, de los políticos españoles y de la nobleza. La custodia de los hijos le sería otorgada al padre y éste se apresuraría a enviarlos a un internado inglés. Ni Eulalia ni su exmarido se ocuparían demasiado de ellos.

Comienza entonces un periodo muy "agitado" en la vida de la Infanta que , ya libre, recorre todas las cortes europeas participando en cuantos actos sociales se celebraban. También se relaciona con intelectuales y artistas tanto de izquierdas como de derechas, monárquicos o no, lo que ampliaría su mente y sus conocimientos. Su familia empezaría a referirse a ella como "la republicana" y por su parte, Eulalia llegaría a decir que "Ninguna corona se ciñe lo suficiente como para no caerse". Fue una premonición.

En 1911 protagonizaría otro escándalo al publicar "Au fin de la vie" su primer libro, que fue prohibido en España por Alfonso XIII, y tachado de inmoral y escandaloso por la sociedad española. Después escribiría otros.

Los cuatro años que duró la Primera guerra Mundial los pasó en Paris, sin escuchar a familiares y amigos que le pedían que regresara a España. No volvería hasta 1921 y por poco tiempo. Las relaciones con su familia se habían ido suavizando, a pesar de que la desenfrenada vida de su hijo Luis Fernando - tan parecido a ella - tenía muy irritado a Alfonso XIII, que le había desposeído de su titulo de Infante y le había prohibido la entrada en España.

Cuando en 1931 se produce la caída de la Monarquía en España y el exilio de los Reyes, Eulalia estaba en París y acababa de escribir sus memorias.



Al acabar la Guerra Civil española, la Infanta compraría una villa en Irún a la que pondría el nombre de Ataúlfo en honor a su nieto y se instalaría en ella. En 1945 murió su hijo Luis Fernando en París sin que ni siquiera Eulalia fuera a su entierro. Su respuesta a quienes le dieron sus condolencias fue: "es lo mejor que podía haberle pasado Luis Fernando".

El febrero de 1958 Dª Eulalia sufrió, según el Dr Gallano que era su médico, un colapso circulatorio. Cuatro meses antes la Infanta, que contaba ya 93 años, había sufrido una caída que la dejó postrada y de la que no se había recuperado. En la tarde del 8 de marzo la enfermera Hortensia Gonzalez Quiñones, a cuyo cuidado estaba, viendo que la infanta se había agravado dio aviso al medico que nada pudo hacer por su vida.

Dª Eulalia acababa de cumplir 94 años y murió rodeada de su hijo Alfonso, de su nuera y de sus nietos. Los periódicos de la época, como no podía ser de otra manera, dijeron que había confesado, comulgado y que su muerte había sido ejemplar.

Recibió sepultura en el Panteón de Infantes del Monasterio del Escorial.

María Josefa Amalia de Sajonia, esposa de Fernando VII

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 María Josefa de Sajonia - Francisco Lacoma y Fontanet - Museo del Prado



Fernando VII, a pesar de tener tan solo 34 años, había quedado viudo dos veces y lo que es peor sin descendencia. Así pues, urgía buscarle una esposa y a ser posible joven para que el tiempo de procreación fuera lo bastante dilatado como para asegurar la descendencia. 

La elegida será María Josefa de Sajonia, prima segunda y sobrina segunda del Monarca lo cual, como es sabido, no importaba en absoluto a la realeza. 

La princesa había nacido en Dresde en 1803 y tenía en aquel momento 15 años. Había quedado huérfana de madre a los pocos meses de su nacimiento y su padre, Maximiliano de Sajonia, la envió a un convento de monjas en la creencia de que éstas educarían a su hija como correspondía a su rango.

María Josefa salió de los muros del convento para contraer matrimonio. Era una niña tímida, ingenua e inexperta a la que nadie en el convento había osado preparar para el destino matrimonial que por su condición de princesa la esperaba. La pobre criatura pensaba que los hijos los traía al mundo una cigüeña, muy trabajadora y muy hábil en estos menesteres, y que ella tan solo tendría que abrir los brazos para recibirlos. 

Si ya era difícil para una niña, sin ninguna información sobre la vida sexual, enfrentarse al matrimonio hay que imaginarse lo difícil que debió ser, para una criatura como ella, ser desposada por un hombre veinte años mayor, nada agraciado fisicamente, con algún que otro achaque de salud -no hay que olvidar que ya sufría gota - y bastante avezado en correrías de faldas. 

Ignorando lo que la esperaba María Josefa llegó a España en octubre de 1819, llevando en su séquito como médico personal al Dr. Koberwein. El matrimonio se celebraría en Madrid, el día 21 de ese mismo mes y esa misma noche decide Fernando VII intimar con su esposa. 


Fernando VII - Francisco de Goya - Museo del Prado


Nadie se había preocupado de explicar a la joven reina la anatomía de un varón y tampoco nadie la había informado sobre la serie de prácticas requeridas e indispensables, al menos en aquellos años, para la procreación. 

Así que llegada la noche y cuando se vio ante Fernando VII, dispuesto éste a enseñarle todo lo que la joven debería haber sabido, fue presa del pánico. María Josefa sufrió una crisis nerviosa de tal magnitud que llegó a defecar y a orinarse encima en aquel mismo momento.Parece ser, según nos cuentan, que el rey  "al poco de entrar salió de la alcoba regia más que deprisa, en paños muy menores, echando pestes y apestando".  

A partir de aquella noche Dª María Josefa se negó a admitir contacto intimo con su esposo, convencida como estaba que ello era altamente pecaminoso y mancillaba su virtud. Ni su médico personal ni capellanes ni religiosos de la Corte la hicieron cambiar de idea y no hubo más remedio que comunicar al Papa la situación, bien para que la hiciera entrar en razón o bien para que dispusiera anular el matrimonio.

Intervino León XII y solo por ello consintió la reina aceptar a su esposo en su alcoba , no obstante y, tal vez, con la esperanza de evitar aquello que tanto le repugnaba, suplicaba a D. Fernando cada noche, que ambos rezaran el santo rosario antes de que el rey iniciara cualquier acercamiento. 

No es de extrañar que dadas las circunstancias los hijos no llegaran. Fernando VII, al que gustaba y mucho su esposa, no cejaba en su empeño y llevó a la reina en varias ocasiones a tomar las aguas de Sacedón y de Solán de Cabras pues los médicos las recomendaban para aumentar la fertilidad. Se cuenta que en una ocasión en la que viajaban hacia Solán en un caluroso mes de agosto y por polvorientos caminos, el rey sacando la cabeza perlada de sudor por la ventanilla del carruaje le dijo al oficial que cabalgaba junto al vehículo : "! De este viaje salimos todos preñados… menos la Reina!" 


María Josefa Amalia de Sajonia - Luis de la Cruz y Ríos - Museo del Prado


Lo cierto es que durante los diez años que duró su matrimonio no se produjo ninguna gestación de Dª María Josefa. Nunca intervino en la política del Reino, tan sólo le interesaban las obras de caridad, procuraba evitar cualquier evento festivo y su mayor distracción consistía rezar y escribir poesías. 

En abril de 1829, y encontrándose los reyes en Aranjuez, la reina enferma. La crónica de esta enfermedad se conoce gracias a las cartas que Fernando VII escribe a su secretario privado D. Juan Manuel Grijalva. En un primer momento la enfermedad parecía ser tan solo un resfriado que fue tratado por el Dr Castelló, médico de la Corte. Pero, poco a poco el estado de la reina fue empeorando, aparecieron las fiebres y la tos y como era costumbre en la época se iniciaron las sangrías. 

El estado de María Josefa no mejoraba y el Dr Castelló manda consultar a otros tres médicos ante la sospecha de que la egregia dama sufriera una pulmonía. De nada sirvió puesto que nada pudieron hacer los médicos consultados. La reina falleció el 18 de mayo de 1829, con tan sólo 25 años.
Fernando VII se encontró de nuevo viudo y sin descendencia.

Sus restos, al no haber dado hijos a la Corona, reposan en el Panteón de Infantes del Monasterio del Escorial.

María José de Bélgica, Reina de Italia

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María José fue una mujer desdichada, las adversidades la acompañarían a lo largo de toda su vida que había comenzado el 4 de agosto de 1906 en Ostende. Hija de los reyes de Bélgica , Alberto e Isabel, era la más pequeña de tres hermanos, una preciosa niña de rizado pelo y limpia mirada. 

Tenía ocho años cuando estalló la Primera Guerra Mundial. Sus padres, deseosos de evitarle posibles peligros, la enviaron a un internado inglés mientras ellos permanecían en Bélgica. No obstante, María José, volvía con frecuencia a su país y cuando lo hacía solía acompañar a su madre a los hospitales para visitar a los heridos de guerra. Probablemente a estas visitas y a lo que en ellas veía se debe la profunda germanofobia que desarrolló. 

El destino de María José lo marcarían sus padres al final de la Gran Guerra. Católicos como eran, consideraron que el mejor candidato para convertirse en esposo de la niña era Humberto de Saboya, príncipe heredero a la Corona de Italia, y otro tanto parece que pensaron los católicos reyes italianos.

María José pasó su juventud sabiendo cual era su futuro y según deja escrito en su propio diario no le desagradaba el novio elegido. Era atractivo y tenían algunas cosas en común, como su inclinación por el arte y la literatura.

La boda tuvo lugar en el Palacio del Quirinal, el 8 de enero de 1930. Humberto era un joven muy apuesto y ella era una de las princesas más bellas y elegantes de Europa. En el momento en que se realizó el matrimonio Italia estaba gobernada por Benito Mussolini. 

A pesar de lo que pudieran aparentar, el matrimonio fue desgraciado. Años después, María José afirmaría en una entrevista: "Nunca fuimos felices". Muchas cosas influyeron en la infelicidad conyugal entre ellas la educación de ambos que era radicalmente distinta. Humberto había cursado estudios en la academia militar de Módena y por tanto había estado sometido a una disciplina que nada tenia que ver con el carácter y las ideas liberales de su esposa. Además los rumores sobre la posible bisexualidad de Humberto, que también llegaban a oídos de la princesa, fueron otro de los  motivos de distanciamiento. 




Benito Mussolini contribuiría a la mala relación de la pareja. Las ideas progresistas de Maria José chocaban frontalmente con la práctica fascista del dictador Mussolini y, como consecuencia, éste se encargaría de vilipendiar la imagen de la princesa. En los medios sociales se criticaba su forma de vestir, de peinarse, se la acusaba de frívola y se llego a decir que evitaba tener descendencia para perjudicar a la Corona de Italia. Lógicamente esto quedo desmentido en la primera gestación de la princesa. 

Las desgracias siempre estarían presentes en la vida de Maria José. El nacimiento de su primera hija se vería ensombrecido por la muerte de su padre, como consecuencia de una caída mientras escalaba una montaña. Poco después fallecería su cuñada Astrid, la esposa de su hermano, el nuevo rey de Bélgica, y también de forma trágica. 

La aversión de Mª José por el fascismo era clara y notoria y no obstante se llegaría a decir que entre Mussolini y ella habían existido relaciones sentimentales. 

Cuando estalla la segunda guerra Mundial Maria José intenta ayudar a los prisioneros de guerra belgas con pobres resultados. Su actitud la enfrentaba con su familia política ya que, el rey Victor Manuel, había aceptado sin oponerse la pérdida de la democracia en su país y el cambio a la dictadura de Mussolini. También había permitido la alianza con la Alemania nazi y la entrada de Italia en la Segunda Guerra Mundial hasta que, en 1943, y cuando la victoria de los aliados parecía inminente los jerarcas fascistas solicitaron al rey que destituyera al Duce y formara un nuevo gobierno y el rey se apresuró a obedecer.




Hitler consideró una afrenta la destitución de Mussolini y Wehrmacht lanzaría sus tropas contra Roma antes de que los aliados pudieran prestar su ayuda a los romanos. La Familia Real huiría de la capital italiana de inmediato provocando con ello el descontento de los italianos.

En 1946 y para salvar una Monarquía altamente desprestigiada Victor Manuel, cuya hija, la princesa Mafalda, acababa de morir en un campo de concentración nazi, abdica en su hijo Humberto. Era el 9 de mayo de 1946.

Mª José se ve por tanto convertida en Reina, pero su reinado y el de su esposo duraría tan solo 33 días. El 9 de junio, y tras un Referéndum, Italia proclama la República y ordena el exilio de los Monarcas que junto a los cuatro hijos que ya tenían embarcan en el Ducca degli Abruzzi, un barco de guerra de la marina italiana, trasladandose  a Portugal.

Allí se instalaran en Cascais - como tantas otras cabezas destronadas de Europa - en un palacete al que llamaron Villa Italia.




El matrimonio, que nunca fue bien, se desmorona en el exilio y, mientras el  depuesto rey Humberto permanece en Cascais con sus tres hijas,  Mª José y su único hijo varón se instalan en Suiza. Nunca se divorciaron pero la separación fue un hecho y pasó una enorme factura a la familia. La vida de los hijos y nietos de los últimos reyes de Italia estuvo salpicada por los escándalos, los divorcios, el alcoholismo, la drogadicción y las tragedias. 

Mª José moría el 27 de enero de 2001 en el Hospital cantonal de Suiza como consecuencia de una bronconeumonía que no logro superar. 

Durante los 93 años que duró su vida fue Reina durante un mes, tuvo cuatro hijos de un matrimonio fracasado, vivió dos guerras mundiales, perdió a dos cuñadas, Astrid y Mafalda, de forma trágica, su  yerno, Luis Reyna, fue asesinado y uno de sus nietos murió al lanzarse desde una ventana en un acto suicida. Además durante gran parte de su vida tuvo que ver reflejados en todos los periódicos europeos los escándalos protagonizados por la gran mayoría de sus descendientes.

No fue feliz pero supo llevar su infelicidad con una enorme dignidad y elegancia. 

Sus restos mortales descansan en la Abadía de Hautecombe, en la Saboya francesa.

Alejandro III de Rusia

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Alejandro III

Alejandro vino al mundo en San Petersburgo en marzo de 1845 y cuando nació nada hacía pensar que un día pudiera convertirse en zar de Rusia, teniendo en cuenta que era el tercero en la linea de sucesión. Cuando aquel 10 de marzo Alejandro vio por primera vez la luz, su abuelo todavía era emperador de todas las Rusias y él era el segundo hijo del heredero al trono.

Alejandro no se parecía en nada a su padre, ni a su madre, ni a su hermano y ni siquiera su hijo llegó a parecérsele. No poseía el refinado aspecto de ninguno de ellos, tampoco su elegancia ni sus educados modales. Era grande, alto, robusto, de fuerte complexión, y además era muy tosco en sus ademanes. A decir de muchos parecía más un patán que el hijo de un emperador. 

Como correspondía a un príncipe segundón su educación no fue tan completa como la de su hermano Nicolás - el heredero - y tan sólo se le preparó para la carrera militar. El encargado principal de su educación fue el profesor de Derecho Konstantín Pobedonóstsev, que no se mostraba demasiado satisfecho de su alumno, llegando a decir : "Después de las primeras clases le pregunté sobre lo aprendido para ver qué es lo que se quedó en su mente, resulta que no quedó nada. El gran príncipe presenta pobreza de datos y de ideas". 

Parece pues que la inteligencia de Alejandro era mediocre pero en él calaron y muy profundamente las ideas de su preceptor convirtiéndose en un nacionalista exagerado y reaccionario muy alejado de las ideas liberales de su padre, razón por la que nunca estuvieron bien avenidos. 

Todo cambia para Alejandro en Abril de 1865, fecha en la que su hermano, el zarevich Nicolás, muere tras una corta enfermedad. A partir de ese momento se convertirá en heredero al trono y poco después en el prometido de la novia de su hermano fallecido. 

Dagmar de Dinamarca

Se dice que fue el propio Nicolás, en su lecho de muerte, quien pidió a su hermano que desposará a Dagmar de Dinamarca - su prometida en esos momentos - pero también es verdad que a Rusia le interesaba esa unión con la familia real danesa que, por otra parte, estaba emparentada con gran parte de las monarquías de Europa. Cabe suponer que también a Dinamarca le interesaba una unión matrimonial con Rusia. 

En junio de 1866 Alejandro visita a Dagmar en Cophenage y se formaliza el compromiso, tres meses después Dagmar llega a Rusia para contraer matrimonio. Tras convertirse a la religión ortodoxa pasaría a llamarse María Fiódorovna. La ceremonia de la boda se celebraría el 9 de noviembre en el Palacio de Invierno de San Petersburgo. 

No hay duda de que Alejandro se había enamorado de Dagmar pues siempre le fue fiel y nunca se le conoció ninguna amante y esta devoción también acabó por enamorar a su esposa.

Desde el momento de su matrimonio y ya como Zarevich, Alejandro fue invitado a participar en los consejos de ministros y representó a su padre en algunos eventos en el extranjero. Mientras tanto, María Fiódorovna, nada interesada en la política, cuidaba de los cinco hijos que tuvo la pareja. 


Boda de Alejandro y Dagmar


En marzo de 1881, su padre, el zar Alejandro II es asesinado en un atentado perpetrado por el grupo terrorista "Voluntad Popular". Ocurrió en el momento en el que se disponía a firmar una serie de documentos con los que pretendía continuar con las reformas liberales que ya había emprendido y llegar, de ese modo, a una Monarquía Constitucional.

Automáticamente el zarevich se convierte en zar de Rusia con el nombre de Alejandro III. 

Los ministros de su padre le aconsejan continuar con la política liberal iniciada por éste, pero no está dentro de la mente del nuevo zar continuar con lo emprendido por su padre. En abril de ese mismo año aprobó un manifiesto que con el titulo "Sobre la firmeza del poder absoluto" proclamaba la necesidad del poder total de los zares para conseguir el bienestar del pueblo. 

Alejandro suspendió la reforma administrativa iniciada por su padre y abolió la autonomía de los centros de educación universitaria, limitando la admisión de los judíos en las universidades y prohibiendo a los colegios admitir a los hijos de sirvientes. No fueron éstas las únicas medidas contra los judíos ya que, aún sin pruebas, los consideraba culpables del asesinato de su padre y a partir de su entronización se iniciaría  uno de los "pogromos" más violentos de los que se dieron en Rusia y que obligarían a huir a miles de judios.  




Alejandro fue también el fundador de la Ojhrana, una policía política dependiente del Ministerio del Interior, que tenía como objetivo evitar actividades revolucionarias en la población y por supuesto proteger a la familia imperial de cualquier atentado. Se dice también que algunos de los pogromos fueron apoyados por ésta policía secreta. 

En 1887 la Ojhrana desmanteló a un grupo que conspiraba para atentar contra el zar. Sus integrantes fueron ejecutados, entre ellos se encontraba Aleksandr Uliánov, el hermano de Vladimir Lenin. 

No obstante, a nivel económico Alejandro logró la estabilidad. Los nuevos impuestos aduaneros y la reforma del rublo tuvieron efectos beneficiosos sobre la economía del país. También hizo ahorros personales, disminuyendo el presupuesto general destinado a palacio y ahorrando a base de limitar el número de sirvientes, las fiestas y hasta prohibiendo que se sirviera vino extranjero en su mesa y se utilizara tan sólo el autóctono. 

En lo que nunca ahorró fue en las obras de arte y el Palacio de invierno y los museos de San Petersburgo están llenos de obras adquiridas por él. 

También durante su reinado se iniciaron las obras del ferrocarril Transiberiano. 

En 1894 Alejandro empezó a encontrarse mal, tenía nauseas, dolor de cabeza y perdía peso. Sus médicos, entre los que se encontraba el eminente doctor Sergey Petrovich Botkin diagnosticaron una nefritis. Su cuñada, Olga, le ofreció su palacio de la isla de Corfú para que se repusiera y Alejandro y su esposa emprendieron viaje hacia Grecia. Nunca llegarían.  

Cuando se encontraban en Crimea la debilidad del zar era demasiado grande como para seguir viajando y decidieron instalarse en el Palacio de Livaida. Allí lo encontró la muerte.

Alejandro murió el 1 de noviembre a la edad de 49 años. Todos sus descendientes serían asesinados 23 años después.

Fue enterrado en la fortaleza de San Pedro y San Pablo en San Petersburgo.

Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, esposo de Victoria I

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Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha - John Partridge


El Ducado de Sajonia-Coburgo-Gotha era un pequeño y nada boyante territorio situado en la Turingia alemana. En él nació en agosto de 1819 Alberto, segundo hijo del Duque Ernesto I y de su primera esposa Luisa de Sajonia- Gotha-Altenburgo. A pesar de la pequeñez del territorio gobernado por su padre, lo cierto es que su familia estaba emparentada con los reyes de los principales Reinos europeos, desde Bélgica hasta Bulgaria pasando por Reino Unido y Portugal. 

Su infancia estuvo marcada por las malas relaciones de sus padres siendo las infidelidades el principal motivo de las desavenencias conyugales por lo que la separación de sus progenitores no se hizo esperar. La madre fue exiliada del Ducado en 1924 y consiguió el divorcio dos años después, casándose entonces con el que fuera su amante, Alexander von Hanstein. Ni Alberto ni su hermano Ernesto volverían a ver a su madre ya que ésta fue la condición para que su padre, Ernesto I, accediera al divorcio. 

Los hermanos fueron educados en su propio castillo por Christoph Florschütz, que les enseñó, entre otras cosas,a dominar la lengua inglesa. Pasaron después a estudiar en Bruselas y más tarde, y como la mayoría de los príncipes alemanes, cursarían estudios de ciencias naturales, política, filosofía, economía y también de pintura y música en la universidad de Bonn. 

Con los años Alberto se había convertido en un joven guapo, de buenos modales, inteligente y con una enorme preparación académica . Era pues lógico que su ambicioso tío Leopoldo, rey de Bélgica, considerase que la unión de Alberto con la heredera al trono del Reino Unido,Victoria, sería muy conveniente. 



Príncipe Alberto - Franz Winterhalter

La duquesa de Kent, madre de Victoria, era hermana del rey belga y también del padre de Alberto, por tanto ambos jóvenes eran primos carnales. En 1836 y tras la insistente recomendación del tío Leopoldo, la duquesa de Kent invitó a Alberto, a pasar unos días en Londres. Victoria quedó gratamente impresionada por su primo y a pesar de que no era el candidato deseado por su tío el rey Guillermo IV del Reino Unido  - al que esperaba heredar al no tener éste descendencia propia -  fue el elegido por una jovencísima Victoria que guardó para sí esta preferencia a fin de no disgustar al rey.

Mientras Victoria se preparaba para ser reina, Alberto completaba sus estudios viajando por Italia junto a su tutor, el Barón Stockmar. 

Ya se había convertido en la reina Victoria I cuando Alberto vuelve a visitarla en Londres y esta vez, ya sin nadie que le impidiera mostrar sus preferencias, Victoria se declararía a Alberto y le pediría en matrimonio. Como era de esperar Alberto aceptó con gran alegría el ofrecimiento. 

En febrero de 1840 y en la Capilla Privada del Palacio de St. James contraerían matrimonio. Cuatro días antes, Victoria I había concedido a su futuro esposo el titulo de Alteza Real y lo había nombrado miembro de su consejo privado. No obstante el Primer Ministro del gobierno de su Majestad, Lord Melbourne, había advertido a la Reina que el Parlamento no concedería a Alberto el titulo de “ rey consorte”. Aunque Victoria consideraba este hecho una discriminación por razón de sexo - a las esposas de los reyes siempre se les concedía el titulo de reinas consorte - tuvo que acatar la decisión del Parlamento. 


Victoria I de la Gran Bretaña - Franz Winterhalter

En los primeros años de su matrimonio Alberto no gozó de las simpatías del pueblo británico que lo consideraba "poca cosa" para su Reina, ni tampoco de las simpatías del gobierno que temía su influencia sobre la enamoradísima Victoria. 

Llevaban pocos meses casados cuando sufrieron un atentado, siendo tiroteados por un hombre al que, tras el juicio, se le consideró demente. El comportamiento de Alberto durante esos terribles momentos intentando proteger a su esposa, ya embarazada, hizo que los británicos empezaran a mirar al marido de "su Reina" con algo más de tolerancia. 

Alberto era, como ya hemos dicho, un hombre culto, inteligente y de ideas liberales. Poco a poco empezó a asumir algunas funciones públicas y a convertirse en el mayor consejero de Victoria, una vez finalizada la enorme influencia que Lord Melbourne ejerciera sobre la Reina. Empezó por ser nombrado presidente de la Sociedad para la extinción de la esclavitud y de una comisión creada para promover las Bellas Artes. A su pericia y buen hacer se deben muchas de las adquisiciones de pinturas y esculturas que se efectuaron. 

Los hijos habían empezado a llegar con una periodicidad prácticamente anual y, a pesar de que la gestación era un estado que desagradaba profundamente a Victoria, la pareja llegaría a tener nueve vástagos: cinco niñas y cuatro niños. 

Pocos años después de su matrimonio Alberto había logrado sanear y modernizar las finanzas reales - de las que se encargaba personalmente - lo que le permitió la compra de Osborne House, un lugar más idóneo para la vida familiar y donde pensaba que sus hijos podrían crecer y ser educados en mayor libertad. 


Victoria y Alberto con algunos de sus hijos - Franz Winterhalter

Llevaba siete años casado con la Reina cuando fue nombrado Rector de la Universidad de Cambridge lo que le facilitó el poder reformar de manera profunda los planes de estudio. Pero Alberto no sólo estaba interesado en la educación universitaria, sus ideas, progresistas para la época, le llevaron a impulsar reformas de las que Gran Bretaña estaba bastante necesitada. 

Alberto soñaba con la industrialización del Reino Unido y, como consecuencia, fue el mayor promotor de La Gran Exposición Internacional de 1851 que se celebró en Londres y que se denominó "Gran Exposición de los Trabajos de la Industria de Todas las Naciones". Constituyó la primera Exposición Universal que se realizaba en el mundo. Fue concebida como un medio para mostrar el progreso tecnológico, científico y artístico de los países participantes. Fue sin duda el mayor éxito de Alberto. 

Un año después Alberto compró el castillo de Balmoral a titulo privado puesto que el clima de Escocia parecía ser beneficioso para la Reina. Siguió, a pesar de que sus nombramientos y cargos eran cada vez mayores, involucradose en la educación de sus hijos, sobre todo en la mayor, Victoria, una niña sumamente inteligente y en el segundo Alberto Eduardo, príncipe de Gales y por tanto el futuro rey. 


Palacio de Cristal de Hyde Park, sede de la Exposición Universal de 1851

En 1859 Alberto empieza a sufrir dolores epigástricos agudos acompañados ocasionalmente de vómitos que le obligaban a permanecer postrado. El cuadro se fue intensificando y el aspecto del Príncipe se iba deteriorando mes a mes. Distintos médicos fueron consultados y se alternaron en su cuidado. Finalmente el Dr William Jenner fue nombrado su médico personal. En noviembre de 1861 el estado de Alberto había empeorado ostensiblemente e intensos dolores de espalda y piernas se unían a los ya existentes. Su médico diagnosticó fiebre tifoidea. 

El Príncipe Alberto murió el 14 de diciembre de 1861 en el Castillo de Windsor acompañado por su esposa y por algunos de sus hijos. Su viuda vistió de negro el resto de su vida. 

Su médico afirmó que la causa de la muerte había sido el tifus pero, a pesar de que no se realizó autopsia, hoy, y a tenor de su historia clínica, se piensa que la verdadera causa fue un cáncer de estomago. 

Sus restos se encuentran el Mausoleo Real de Frogmore

Isabel de Habsburgo, Reina de Dinamarca.

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Isabel de Habsburgo. Jacob Cornelisz. Museo Thyssen



Era un caluroso día de verano en Bruselas, concretamente el 18 de julio de 1501 cuando Juana de Castilla, hija de los Reyes Católicos, traía al mundo al tercero de sus hijos. En esta ocasión era una niña, a la que se llamó Isabel en honor a su abuela. 

La pequeña Isabel disfrutaría muy poco de la presencia de sus padres. La muerte rondaba la casa de su familia materna y una serie de fallecimientos propiciarían el nombramiento de su madre como heredera de los Reyes Católicos. Juana y Felipe partirían en noviembre de 1501 para su nombramiento ante las Cortes de Castilla y Aragón. 

Isabel y sus hermanos fueron encomendados al cuidado de su tía paterna, Margarita de Austria, trasladándose al poco tiempo a la corte de Malinas donde los tres serían educados. Aunque sus padres regresaron en 1504 poco sería el tiempo que pasarían con ellos puesto que, tras la muerte de Isabel La Católica, ambos regresarían a Castilla para tomar las riendas del Reino heredado por Juana. 

Isabel no volvería a ver a sus progenitores puesto que Felipe murió y Juana fue encerrada en Tordesillas. Así pues, su tía Margarita ejercería de madre de ella y de sus hermanos. 

Poco sabemos de la educación que recibió pero lo que si se sabe es que hablaba francés y alemán. Es de esperar, no obstante, que su educación fuese esmerada si tenemos en cuenta que su tía Margarita era una mecenas de las Artes y las Letras y que en Malinas reunió a cantidad de pintores, arquitectos, literatos y músicos. 

Palacio de Malinas

Siguiendo con la tradición existente en las cortes europeas el futuro matrimonial de Isabel empezaría a estudiarse cuando la niña contaba pocos años. En Malinas se consideraba que una unión con los países nórdicos convenía a la política expansiva de los Habsburgo y, debido a éstas consideraciones, el futuro de Isabel quedaría marcado. Se la prometería a Cristián II, rey de Dinamarca y Noruega.

Con apenas 14 años emprendió viaje hacia su nuevo hogar para unirse a un hombre al que no conocía y que era 20 años mayor que ella. Tristes momentos para una niña que había crecido rodeada del cariño de su tía y de sus hermanos. El matrimonio se celebraría el 12 de julio de 1515 en la ciudad de Copenhague. 

Isabel se encontró con un hombre irascible con el que no podía entenderse sin la ayuda de un traductor y que además estaba enamorado de otra mujer a la que había convertido en su amante.  La mujer se llamaba Dyveke y era una bella holandesa a la que el rey había conocido en Bergen y que lo acompañó a Dinamarca.

Pese a la exigencias del abuelo de Isabel, Maximiliano I, para que Cristián abandonara a su amante, la pareja continuó su relación sin respeto alguno por la nueva posición de hombre casado del rey danés. Como consecuencia de ello las relaciones de Isabel con su esposo serían prácticamente inexistentes. 

Cristián II. Van Orley. Múseo Lázaro Galdiano

En 1517 se produce la muerte, en extrañas y nunca aclaradas circunstancias de Dyveke, la amante del rey. Se llegaría a decir que Maximiliano I había ordenado su envenenamiento pero serían solo rumores. Lo cierto es que se culpó de su muerte al encargado del castillo de Copenhague y que Cristián lo mandó ejecutar a pesar de no existir pruebas contra él. 

Isabel ya hablaba el danés y por tanto, desaparecida la amante, se produjo un acercamiento entre los esposos. Los daneses empezaban a apreciar las muchas virtudes de su Reina y el cariño del pueblo era cada vez más patente. 

En 1519 es coronada junto a su esposo Reina de Suecia, tras haber derrotado Cristián a quienes se oponían a la Unión Kalmar. Después de la coronación, el nuevo Rey haría ejecutar a todos los los rebeldes. Aquel acto fue conocido como el Baño de sangre de Estocolmo. Su cruel comportamiento llevaría a los suecos a una nueva sublevación en 1521 y está vez los sublevados conseguirían destronar a Cristián. 

La pérdida del trono sueco no sería la única, Cristián no tenía demasiados partidarios en Dinamarca tras las reformas que había impuesto. Apenas dos años después de perdida Suecia se revocaba su mandato en Dinamarca y se nombraba como nuevo Rey a su tío Federico. 

En abril, y a bordo del navío El León, Isabel y Cristián abandonan Dinamarca. El nuevo rey danés , Federico I, consciente de que Isabel era muy querida por el pueblo, le ofreció poder permanecer en el país junto a sus hijos. La respuesta de Isabel ha traspasado los siglos :"Ubi Rex meus, ibi regnum meum" ( "Donde está mi rey está mi reino"). Isabel nunca volvería a pisar Dinamarca. 

Durante el siguiente año viajarían por toda Alemania intentando recabar ayudas para recuperar el trono danés. Las relaciones con Lutero de ambos esposos y el abrazo a la reforma por parte de Isabel supusieron un autentico mazazo para los católicos Habsburgo, al frente de los cuales estaba Carlos I de España y V de Alemania. Ninguna ayuda vendría por parte de la familia de Isabel. 

Isabel de Habsburgo

La salud de Isabel empezó a resentirse. Había tenido seis hijos sin apenas tiempo para recuperarse de los partos y además sufría dificultades respiratorias. Se sometería a una cura de baños en Augsburgo pero la pequeña mejoría experimentada duraría muy poco. 

En julio de 1525 celebra, ya muy débil, su cumpleaños rodeada por su esposo y sus hijos. En vista de su mal estado Cristián decide instalar a la familia en la población de Zwijnaarde cerca de Gante. Su tía Margarita, angustiada por el estado de salud de su sobrina, se mantiene en contacto desde Malinas. 

Los ahogos de Isabel aumentaban y ésta intuye que su fin se acerca. Escribe una carta conmovedora a su tía Margarita en la que le suplica que no abandone a sus hijos y a su esposo. Cinco días después de redactarla, moriría. Era el 19 de enero de 1526, tenía 24 años.

Fue sepultada en el altar mayor de San Pedro de Gante. 

La polémica se desató en torno a la fe de Isabel. Su familia, toda ella católica, afirmaba que había recibido la extremaunción por el rito católico y había sido enterrada en la iglesia católica además de dejar a sus hijos al cuidado de su católica tía. Los luteranos afirmaban lo contrario. 

En 1883 sus restos fueron trasladados a Dinamarca. En la actualidad reposa junto a su esposo  en la catedral de Odense.


Pedro I el Grande, zar de Rusia ( I )

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Pedro I - Marc Nattier


En el inicio del verano de 1672 , la segunda esposa de Alejo I, Natalia, daba a luz al primero de sus hijos, Pedro, que llegaría a ser Zar de Rusia. Le habían precedido trece hermanos, hijos de la primera esposa de su padre, pero la mayoría de ellos habían muerto antes de que él naciera y tan sólo dos, Teodoro e Iván, estaban por delante de él en la línea de sucesión. 

Tenía cuatro años cuando murió su padre y tan sólo 10 cuando lo hizo, y sin descendencia, su hermanastro el zar Teodoro III. Así pues, tan sólo quedaban Iván y él con derecho legítimo a ocupar el trono. Dado que Iván estaba medio ciego y sufría una deficiencia psíquica, el deseo de la mayoría de la nobleza rusa era que Pedro fuera proclamado Zar pero su ambiciosa hermanastra Sophia se oponía a ello, argumentando que Iván era el mayor. 

Ayudada por los Streltsi (cuerpo militar ruso), Sophia inició una lucha que causaría muchas muertes entre los nobles y que a punto estuvo de desencadenar una guerra civil. Finalmente se llegaría a un acuerdo. Iván y Pedro ocuparían juntos el trono, Iván como Zar Mayor y Pedro como Zar Menor y Sophia sería la Regente. Con éste fin se realizó un doble trono para que fuera ocupado por los dos zares. Hoy se encuentra expuesto en la Armería del Kremlin. 

Sophia tardó muy poco en apartar a Pedro de la Corte. Le envió, junto a su madre, a un pueblo de las cercanías de Moscú. Pedro, que había sido (según la escritora Alejandra Vallejo-Nájera) maltratado por su padre y por sus hermanos mayores, aceptó el exilio casi con alivio. 

La zarevna Sophia - Iliá Repin


Este pequeño Zar de diez años estuvo acompañado también por Nikita Zotóv, su maestro, quien además de enseñarle las materias habituales alimentaba su imaginación relatándole historias de las grandes batallas de los zares de Rusia. 

Pedro disfrutaba de la vida en el campo. Le interesaba todo lo militar y empleaba su tiempo en adiestrarse en las artes marciales, de tal modo que con tan solo once años ya sabía disparar un cañón, llegando incluso a organizar batallas simuladas con los mozos del pueblo. 

La navegación era otra de sus pasiones y la construcción de barcos le llegó a interesar tanto como la arquitectura militar. No obstante no fueron las materias bélicas las únicas en despertar su interés, la industria, la medicina, la construcción, el arte, todo merecía su atención. 

La personalidad de Pedro se iría formando bajo la influencia de los habitantes de la llamada "colonia alemana" de Moscú. El joven Zar frecuentaba este barrio de extranjeros observando sus tradiciones, sus costumbres, sus avances científicos y sus progresos comerciales. Comparaba la vida de los rusos con la de los europeos y un enorme deseo de modernizar Rusia iba haciendo presa en él. 

El Barrio Alemán de Moscú - Alexander Benois



A los 17 años su estatura - medía 2 metros - era inusual. Su madre pensó que antes de que Pedro ocupara - realmente y no de forma nominal - el trono, convenía casarle y buscó una novia adecuada a sus propias ideas y no a las de su hijo. La elegida fue Eudoxia Lopujiná, una joven analfabeta, sin intereses intelectuales y totalmente contraria a cualquier tipo de modificación o reforma del estilo de vida imperante. Eudoxia en ningún momento fue del agrado de Pedro. 

Sophia había ido perdiendo a sus partidarios tras algunos fracasos en las campañas militares emprendidas. Por el contrario el respeto de los militares por Pedro había ido aumentando.Tanto él como la nobleza y el cuerpo militar que le era leal consideraron que había llegado el momento de ocupar de nuevo su “medio trono”. Tuvo que sofocar algunas rebeliones y recluir a su hermanastra en un monasterio para conseguirlo. 

A pesar de que su matrimonio no era feliz, en 1690 Eudoxia traía al mundo a su primer hijo, Alexis, el futuro Zarevich. Pedro seguía frecuentando el barrio alemán y allí conoció, un año después del nacimiento de su hijo, a la hija de un comerciante holandés, Anna Mons, se enamoró de ella y la convirtió en su amante. La relación duraría trece años.

En el año 1696, moría Iván y Pedro pasaba a ser el único Zar de Rusia. Se encontró con una población analfabeta, aislada de los avances que se producían en Europa y sin ningún interés por ellos. Tenía en sus manos un país inmenso que seguía anclado en el pasado y se propuso cambiarlo.

                                                                                                                          Continuará......

Pedro I el Grande, zar de Rusia ( II )

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Pedro I - Paul Delaroche


Rusia tenía bloqueadas las salidas al mar y Pedro comprendía que esto dificultaba la expansión comercial e impedía el crecimiento de su país. Empezó pues por el sur y entre 1695 y 1696 consiguió arrebatarles a los otomanos la fortaleza de Azov, en la desembocadura del río Don. Para lograrlo había hecho construir una flota de 30 buques. Después construiría barcos de transporte que se desplazarían por el Don para activar el comercio.

En su deseo de hacer de Rusia un país fuerte y moderno iniciaría un año después un viaje por Europa con la pretensión de buscar alianzas contra los otomanos. El viaje duraría 18 meses y aunque no logró su primer objetivo si logró el segundo: aprender y mucho de las formas de vida, de la industria, de la economía y de la política europea. 

Regresó más decidido que nunca a transformar Rusia, un país  en el que seguían vigentes los comportamientos feudales del medievo y que continuaba sumido en el aislamiento. Las reformas eran urgentes y empezó por realizar una división provincial del territorio. Fue el primer paso para conseguir una sociedad estructurada. Después, aumentó el número de contribuyentes recaudando impuestos por cada uno de los ciudadanos varones en lugar de hacerlo, como antes, tan solo por cada vivienda y por las tierras.  Impuso el monopolio sobre la sal, el tabaco, la resina y la potasa y fomentó el desarrollo industrial en los Urales. 

Otra de las reformas importantes fue la creación del Santo Sínodo, que dejaba a la Iglesia Ortodoxa en una situación de dependencia total del Estado.



Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa - A. Kivshenko


Todas estas reformas, algunas muy radicales, se realizaron de un modo autoritario, mediante una forma de gobierno absolutista. 

Nadie estaba contento. La Iglesia Ortodoxa porque,  además de reducir su poder, convirtió la mayoría de los monasterios en hospitales, asilos o escuelas. Los nobles porque perdían sus privilegios y el pueblo, porque no encontraba en estas reformas ninguna ventaja. Había creado el servicio militar obligatorio y los campesinos veían disminuir con ello el número de brazos que ayudaban en las labores del campo. 

Es más, el intento de cambiar ciertas costumbres creando un impuesto que pagarían los varones que desearan lucir barba (los europeos no la lucían) y el fomento del cambio de status de la mujer promocionando que dejara la actitud de sumisión ante el varón y comenzara a ser autónoma, indignaron a gran parte del pueblo ruso. 

Pedro, que siempre estuvo obsesionado con conseguir salidas marítimas para Rusia, continuaba con su campaña de conquista del mar Báltico y la guerra que mantenía contra Suecia costaban demasiados rublos. Como consecuencia, el Zar tuvo que soportar grandes sublevaciones. 

A los diez años de su fracasado matrimonio, Pedro se desembaraza de su esposa. Convencido de que había instigado una conspiración contra su persona, la recluyó en un convento. Por esas fechas había conocido ya a Marta Skavronska, una mujer nacida en Letonia y de origen humilde a la que convirtió en su amante y con la que empezó a convivir en 1703, el mismo año que empezó a erigir en las orillas del Neva y sobre una zona pantanosa, la ciudad de San Petersburgo.

Cuatro años después y una vez que Marta hubo abrazado la fe ortodoxa y adoptado el nombre de Catalina, la convertiría en su esposa. Poco a poco, batalla a batalla, Pedro consiguió que Rusia se quedara con todos los territorios del Báltico Oriental. A partir de entonces se le conocería con el sobrenombre de "el Grande". 

Catalina I - Marc Nattier


Instalaría la Corte en San Petersburgo, la ciudad construida en un tiempo récord por miles de trabajadores, la mayoría de ellos siervos, muchos de los cuales encontraron la muerte trabajando en sus húmedos terrenos. Los arquitectos y decoradores fueron europeos y la primera construcción fue la fortaleza de San Pedro y San Pablo. 

A nivel familiar las cosas no fueron fáciles. Su primogénito y heredero, Alexis, fruto de su primer matrimonio y educado por su madre, no poseía el talento político de su padre ni le interesaba poseerlo. Había recibido de su padre el mismo trato que Pedro recibió del suyo y creció con un sentimiento de aversión hacia su progenitor. Obligado también como su padre a una boda que no deseaba terminó huyendo de Rusia junto a su amante. Regresó tras recibir la promesa epistolar de Pedro notificándole que aceptaría su renuncia al trono siempre que regresara para hacerlo personalmente. Cuando Alexis llegó a San Petersburgo fue acusado de traición y después de ser torturado murió en la Fortaleza de San Pedro y San Pablo. 

Fortaleza de San Pedro y San Pablo

Pedro era cada vez más violento, sus excesos etílicos estaban pasando factura, además se sentía frustrado porque todos sus hijos varones habían muerto, y no quería como sucesor a su nieto, el hijo de Alexis. Llevado por esta frustración, nombró como sucesora a Catalina a la que había hecho coronar como zarina de Rusia. Aquella mujer, que a su llegada a San Petersburgo era analfabeta y apenas hablaba ruso, se convertiría en la emperatriz Catalina I

La salud de Pedro nunca había sido demasiado buena, sus crisis epilépticas eran frecuentes y están bien documentadas. En 1723 sufre una infección de la vejiga y unos meses después  una obstrucción urinaria por la que tiene que ser intervenido. Sus médicos aseguran que que se drenaron más de tres litros de orina muy infectada. Según el historiador Evgueni Anísimov el principal problema médico del Zar era una enfermedad de transmisión sexual

En enero de 1725 su estado se agrava complicándose de nuevo con una infección urinaria. La posterior autopsia revelaría que la vejiga estaba gangrenada.

Al sentir que su vida llegaba al final, pidió confesión y la absolución de sus pecados y en la madrugada del 8 de febrero Pedro el Grande, el hombre que cambió el rumbo de la historia de Rusia, cerraba los ojos por última vez a los 52 años de edad. 

Pedro I fue un reformista, un amante de la ciencia, un innovador, un soñador dispuesto a conseguir su sueño: cambiar el destino de Rusia y hacer de ella una gran nación. Ampliando su territorio, dotándola de más recursos, de más medios para lograr mejorar su economía, la vida de sus súbditos también mejoraría. Ese era su sueño, ese fue su objetivo.

Las luces siempre tienen sus sombras y para cambiar una estructura acomodaticia es necesario, a veces, ser radical. Sus detractores consideran que Pedro fue también un déspota autoritario, un transgresor irrespetuoso, un hombre cruel causante de la desgracia de muchos de los que se le acercaron. 


Estatua de Pedro I - E. Falconet

Fue enterrado en la catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo, la hermosa ciudad que él había fundado.

Alicia de Sajonia-Coburgo- Gotha, Gran Duquesa Hesse-Darmstadt

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Alicia del Reino Unido. Winterhalter



La tercera hija de la reina Victoria I del Reino Unido nació en el palacio de Buckingham el 25 de abril de 1843. Cuando llegó a este mundo sus padres ya tenían otros dos hijos : Victoria y Alberto Eduardo. El aumento de la familia y el deseo del príncipe Alberto de proporcionar a sus hijos un lugar donde pudieran desarrollarse en mayor libertad y en contacto con la naturaleza, llevó a la real pareja a construir el castillo de Osborne en la isla de Wight. La educación de Alicia que fue amplia y esmerada estuvo supervisada, como la del resto de sus hermanos, por el barón Stockmar, y por su propio padre, el príncipe Alberto

Alicia no fue una niña bonita, sus rasgos eran demasiado corrientes y anodinos y ante la hermosura y la inteligencia de su hermana Vicky quedaba totalmente eclipsada. Como otro tanto le pasaba a su hermano Bertie ambos desarrollaron un vinculo muy especial, no es que tuvieran ningún tipo de resquemor hacia el dechado de perfecciones que era Vicky, simplemente que al poseer unas habilidades o una falta de ellas similares, sintonizaban. Los episodios de celos hacia su hermana mayor fueron muy escasos.

Alicia era introvertida y melancólica, reservada y generosa y sobre todo muy caritativa. Tenía una gran inclinación por la filosofía y la teología pero lo que de verdad le apasionaba era la medicina. Había acompañado a la Reina Victoria en algunas visitas protocolarias a hospitales y además las historias de Florence Nightingale la tenían absolutamente subyugada. Su madre, la Reina, no permitiría que su hija profundizase en el estudio de la anatomía ni de otras materias médicas que consideraba impropias para una jovencita.


Luis de Hesse-Darmstadt

La princesa Alicia había llegado a esos años en que una mujer pasa de ser una niña a convertirse en una joven casadera y sus padres barajaron distintos nombres como futuros consortes. Tras sopesar cuál de ellos sería el más conveniente optaron por Luis de Hesse. Dado que éste era sobrino del Gran Duque de Hesse-Darmstadt, que no tenía hijos, cabía suponer que Alicia acabaría siendo Gran Duquesa y esta posibilidad gustaba mucho a la Reina Victoria. Así pues y , como era la costumbre, Luis de Hesse fue invitado a pasar unos días en Reino Unido para que ambos jóvenes se conocieran.

El compromiso se anuncio en abril de 1861 pero la muerte del Príncipe Alberto en el mes de diciembre truncó los planes de boda de la pareja que finalmente contrajo matrimonio en julio de 1862 una vez finalizado el luto oficial, por expreso deseo de la Reina que consideraba que su fallecido esposo así lo habría deseado.
La boda - también por deseo de la Reina -  se celebró en Osborne y fue una ceremonia oscura y triste que tuvo como música de fondo el llanto de los hermanos y de la madre de la novia, vestidos rigurosamente de negro. No hubo banquete de bodas ni vítores ni aplausos de las gentes y para enlutar más el día ni tan siquiera hubo un sol resplandeciente. Negras nubes como crespones cubrirían el cielo y al acabar la ceremonia estallaría una intensa tormenta.

No es extraño por tanto que Alicia, que estaba muy enamorada de Luis, considerara un alivio el salir de Inglaterra . Fueron recibidos con entusiasmo en Hesse pero al llegar a Darmstadt la princesa Alicia comprobó que nada tenía que ver esta pequeña ciudad medieval, de calles empedradas con su Londres natal y se sintió decepcionada. Al principio se instalaron en una casa en el centro de Darmstadt mientras construían, gracias a la dote de Alicia y a la ayuda de la Reina Victoria, un palacio de arquitectura similar a la de Osborne  que se convertiría en su residencia definitiva : el Neues Palais.

Alicia y Luis


Los recién casados volvieron pronto a Reino Unido para asistir a la boda de Bertie, el hermano más querido de Alicia. Pocos meses después de éste enlace regresarían de nuevo a Inglaterra ya que, encontrándose Alicia en avanzado estado de gestación, la Reina Victoria consideraba que se le proporcionaría una mejor asistencia médica en su país de origen. Este primer hijo de Alicia fue una niña y, como era de esperar, recibió el nombre de Victoria. En su segundo embarazo Alicia fue menos permisiva y no se trasladó a Inglaterra.

En junio de 1866 estalló la guerra entre Austria y Prusia y el ducado de Hesse se posicionó al lado de Austria. Como consecuencia de ello, la Reina Victoria se encontró con sus dos hijas mayores enfrentadas: Vicky - casada con el heredero de Prusia- y Alicia - casada con el heredero del Gran Duque de Hesse- tenían a sus maridos luchando en bandos opuestos.

La guerra duraría tan solo siete semanas y durante ellas Alicia fundaría la Unión de Damas, un grupo de aristócratas y señoras de la alta burguesía dedicadas a atender a los heridos que llegaban desde el frente, aplicando en su cuidado los principios de Florence Nightingale, a quien seguía admirando y con quien se mantenía en contacto. Posteriormente y con la colaboración de Luise Buchner _ una activista pionera en los movimientos femeninos- crearía una institución para la enseñanza de la enfermería como profesión y también un  hospital que llevaría su nombre. Su compromiso con las mujeres era cada vez mayor.

Tras la guerra el ducado de Hesse quedaría incorporado al Imperio alemán y Prusia impondría unas condiciones draconianas a los territorios conquistados lo que supuso un empobrecimiento de éstos. Alicia tuvo que acostumbrarse a vivir sin ningún lujo. Las cartas que escribía a su madre, la Reina Victoria, hablándole de sus penurias económicas no tuvieron la respuesta esperada. La relación madre-hija no era buena desde hacía bastante tiempo. Victoria no entendía que Alicia se hubiera empeñado en amamantar a sus hijos ni tampoco entendía su implicación social ni su empeño en ayudar a los más necesitados de una manera tan activa y personal.


Alicia y Luis con sus hijos


La familia seguía creciendo. Después de tres niñas Luis y Alicia tuvieron dos niños y dos niñas más, pero a pesar de ello el matrimonio se iba distanciando. Sus personalidades y sus intereses eran muy distintos. Alicia era propensa a la tristeza y era bastante más culta que su esposo, que tenía un carácter infantil y superficial. En aquellos años Alicia mantenía una amistad con el teólogo Davis Strauss que le proporcionaba el apoyo intelectual que no encontraba en su marido.

En 1873 aparecería la tragedia en la vida de Alicia. Su hijo Federico, que había sido diagnosticado de hemofilia, cayó desde una ventana a una terraza situada varios metros debajo. La gran hemorragia interna le ocasionaría la muerte pocas horas después. Este hecho causaría en Alicia, que siempre había tenido una tendencia a la melancolía, un impacto emocional del que tardaría en recuperarse.



 Alicia, Gran Duquesa de Hesse-Darmstadt

El tío de Luis, el Gran duque Luis III muere en 1877 y dado que el padre de Luis ya había muerto, Alicia y su esposo se convierten en los Grandes Duques. Su nueva condición de Gran Duquesa fue utilizado por Alicia para continuar con su labor social y crear fundaciones de ayuda a los más necesitados, especialmente a las mujeres.


A finales del siguiente año se desencadena en el Ducado una epidemia de difteria. La mayor de las hijas de los Grandes Duques fue la primera en enfermar, después lo harían el resto de los hermanos y el propio Luis. Alicia cuidó de todos sin descanso pero tras la muerte de María, la más pequeña de sus hijos, ella misma sufriría la enfermedad.
Enterada la Reina Victoria envió a su médico personal para que colaborara con los médicos de la familia ducal, pero Alicia estaba agotada y muy débil y no consiguió superar la enfermedad. Murió el 14 de diciembre de 1878 el mismo día que, 17 años antes, lo había hecho su padre. Tenía solo 35 años de edad.

Alicia fue enterrada en el mausoleo de los grandes Duques de Hesse en Rosenhöhe junto a sus dos hijos. Una bandera del Reino Unido cubría su féretro.

Gustavo V de Suecia

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Gustavo nació en 1858, en el palacio Drottningholm. En el momento de su nacimiento reinaba en Suecia su tío, Carlos XV, que no tenía hijos varones, aunque cabía esperar que todavía pudiera tenerlos. Por tanto la educación que recibió en sus primeros años fue la misma que se le dio al resto de sus hermanos.

Cuando tenía once años la familia se trasladó a Estocolmo y se establecieron en pleno centro de la ciudad, en el Palacio del Príncipe Heredero, ya que los hijos varones del Rey seguían sin llegar. Allí y junto a sus hermanos acudiría a una escuela para continuar su educación. Le gustaba mucho el deporte y a pesar de haber nacido debilucho y frágil su fuerza de voluntad y su constancia en el ejercicio físico le convertirían en un hombre fuerte, atlético, de gran estatura y muy elegante.

Su tío murió en 1872 y su padre, debido a la Ley Sálica imperante, se convertiría en el rey Oskar II y como consecuencia Gustavo pasaría a ser el nuevo Príncipe heredero. Esto trajo consigo el traslado al Palacio Real y el dejar de asistir a una escuela pública para recibir educación de un modo privado. 

Su formación fue buena, cursó estudios de derecho y política en la Universidad de Upsala y también se formó militarmente. Llegado el momento emprendió un viaje por Europa. Conocer a las Monarquías vecinas y a sus pueblos era una asignatura que ningún príncipe europeo de la época dejaba de cursar.

En este viaje conoció a Victoria de Baden que habría de convertirse en su esposa por un acuerdo entre las familias de ambos. Tanto Victoria como Gustavo se plegaron a lo que, sin duda, era un matrimonio de conveniencia y la boda se celebró en 1881. Lógicamente el matrimonio no fue en absoluto feliz. 

Victoria de Baden


Gustavo mantenía una vida diplomática y social muy intensa y en los primeros años su esposa solía acompañarlo. En 1897 inauguró la exposición de de las Artes de Estocolmo, hecho que tuvo una gran repercusión. Su interés por el deporte y por su fomento le llevaría a presidir lo que sería la asociación precursora de La Real Federación Deportiva Sueca. Introdujo también la practica del tenis entre los suecos, deporte que le encantaba y que el mismo practicaba. 

En el invierno del año 1907 moría el rey Oskar II y Gustavo pasaba a ocupar el trono. No quiso ninguna ceremonia de coronación pero intervino en la política de su país enfrentándose al primer ministro Karl Staff, un pacifista liberal que se negaba a aumentar el armamento de Suecia. El asunto concluyó con la dimisión de Staff como protesta a la injerencia del Rey en los asuntos políticos.

La reina Victoria, prusiana hasta la médula, no gozaba de las simpatías de los suecos por su germanofilia. Gustavo y ella mostraban abiertamente sus simpatías por Alemania y se creía que la Reina ejercía una fuerte influencia en su marido. No obstante, cuando estalla la Primera Guerra Mundial es el propio Gustavo el que propicia una reunión en Malmö de los Reinos nórdicos a fin de establecer una política de solidaridad y declarase neutrales en el conflicto bélico. 

Al terminar la guerra, la pandemia de la mal llamada gripe española que asoló Europa y que causó una enorme mortalidad, se llevó la vida de Erik, uno de los tres hijos del Rey. 

El final de la Gran Guerra no solo trajo consigo la gripe, también se produjeron muchos cambios sociales y políticos en todo el continente europeo y Suecia no fue ajena a estos cambios. Durante los años 20 los suecos rompieron las viejas formas y dieron paso a lo nuevo: la industrialización y un gran partido de izquierdas. El poder real se vio limitado por el Parlamento. 



La reina Victoria, que solía permanecer grandes temporadas en el extranjero, apenas pisó suelo sueco desde la muerte de su hijo. Su salud - sufría una enfermedad pulmonar - la obligaba a permanecer en climas más cálidos, aunque también es cierto que su matrimonio estaba roto y no era más que puro teatro de cara a la opinión pública. 

A finales de los años treinta ya se fraguaba en Europa la Segunda Guerra Mundial. Los países nórdicos volvieron a declararse neutrales en el caso de que el conflicto bélico se desatara. Cuando llegó la guerra, tan solo Suecia se libraría de ser invadida aunque, para ello, tuvo que hacer algunas concesiones a Alemania. 

No estuvo ajeno Gustavo V a todas estas situaciones y según el Primer Ministro Hansson, el Rey lo presionó para que aceptara el paso de las tropas alemanas en su camino hacia Finlandia y Noruega. Sea cierto o no, lo que si sabemos es que Hansson dio permiso a Hitler para transportar en trenes suecos a las tropas alemanas que, tras la invasión, pretendían ocupar los territorios de Noruega y Finlandia. Suecia también seguiría proporcionando a Alemania los minerales que ésta necesitaba para su armamento, sobre todo el hierro. 


Gustavo V, su hijo y Hermann Göring

Gustavo V, utilizando toda su habilidad diplomática, se ofrecería como mediador entre Alemania y el Reino Unido. 

Al final de la guerra, Suecia obtuvo los fondos de ayuda de Estados Unidos a través del Plan Marshall, lo que llevó al país a un desarrollo económico que le permitiría grandes reformas sociales. Gracias a ellas los suecos lograrían el Estado de Bienestar mayor de todo el continente. 

La homosexualidad de Gustavo era un secreto bien guardado y él fue un hombre discreto durante toda su vida hasta que llegaron los años de su vejez en los que, ya viudo desde 1930, no se preocupaba en ocultarlo. 

Gustavo murió en el Palacio de Drottningholm el 29 de octubre de 1950 como consecuencia de una infección bronquial complicada. Tenía 92 años. 

Dos años después de su muerte estalló el caso Haijby. Una supuesta relación homosexual del Rey con Kurt Johansson, alias Haijby, y casi cuarenta años más joven que Gustavo V, desató el escándalo. Según parece la relación se había iniciado en 1912 cuando Kurt contaba solo 15 años. 

Se demostró que la Corona había pagado durante años grandes sumas de dinero para acallar a Kurt, además de enviarlo a Estados Unidos e incluso ingresarle en un psiquiátrico. Todo salió a la luz pública cuando Haijby denunció ante la Fiscalía General de Suecia haber sido objeto de un secuestro ilegal al ser encerrado en un psiquiátrico sin su consentimiento y sin causa real que justificara el ingreso. Según se dijo, la oficina del fiscal filtró al periodista y escritor Vilhelm Moberg los documentos. 

Haijby fue acusado de chantaje y condenado. Acabó suicidándose en 1965.

Carlos II de Inglaterra

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Era el 29 de mayo de 1660. Carlos II Estuardo regresaba a Londres entre vítores y grandes aclamaciones para ceñir la corona que le había sido arrebatada a su padre varios años antes. 

Montado en un caballo y rodeado de su séquito el nuevo Rey se dirigió al Parlamento y en la Cámara de los Comunes pronunció un breve discurso : "Estoy tan fatigado que apenas puedo hablar, pero quiero informaros de una cosa: que aceptaré con gusto todo cuanto pueda servir para el bienestar de mi pueblo".  

Carlos había nacido treinta años antes, el 29 de mayo de 1630, en el Palacio de St James. Como hijo primogénito del rey Carlos I se le concedió desde ese mismo día los títulos de duque de Cornualles y de Rothesay y poco después el de Príncipe de Gales. 

Lo primero que se enseñaba a un niño de noble cuna y más si era de real cuna era a montar a caballo y a empuñar una espada y Carlos no sería una excepción. Corrían los años cuarenta, el Principe de Gales apenas contaba 10 años y ya tuvo que acompañar a su padre - como parte de su educación - en algunas de las batallas que éste libraba contra el Parlamento. Finalmente y, temiendo por su vida, Carlos I envió a su hijo a Francia junto a su madre Enriqueta - hija de Enrique IV de Francia - y el resto de sus hijos. 

Carlos deseaba ayudar a su progenitor y en 1648 se trasladó a La Haya junto a su hermana María y el marido de ésta, el príncipe de Orange, con la idea de prestar desde allí apoyo a su padre durante la Segunda Guerra Civil que acababa de iniciarse y en la que Carlos I combatía, con la ayuda de los fieles escoceses, contra los parlamentarios capitaneados por Cromwell. 


Oliver Cromwell - S. Cooper

El vencedor fue Cromwell y el final del enfrentamiento bélico trajo consigo el enjuiciamiento del Rey y su condena a muerte. Carlos I fue decapitado el 30 de enero de 1649.

Mientras en Inglaterra se proclamaba la República y se iniciaba un puritanismo riguroso, Escocia permanecía fiel a la causa realista y proclamaba  a Carlos II como  Rey, con la promesa por parte de éste de no modificar la Iglesia escocesa. 

Dos años después de la muerte de su padre era coronado Rey en Escocia, tras lo cual inició una ofensiva contra Cromwell. Fracasó y como consecuencia tendría que huir y continuar en el exilio, pobre y sin ayudas. 

En 1658, Cromwell, el Lord Protector, moría y aunque había designado sucesor a su hijo, éste no tenía ni la habilidad política de su padre ni las ganas de tenerla y fue obligado a dimitir pocos meses después acabando de éste modo el periodo del Protectorado. El gobernador militar de Escocia, George Monck, viendo la inestabilidad existente en el país, marchó junto a su ejército hacia Londres donde, con un amplio apoyo popular, disolvió el Parlamento y convocó elecciones generales. 

El resultado fue una Cámara de los Comunes con una amplia mayoría realista que reunida en asamblea decretó que Carlos II era el legítimo Rey de Inglaterra. 

Carlos entró en olor de multitud en Londres y se ganó a su pueblo porque su simpatía era arrolladora. Para no desmerecer la fama de mujeriego y conquistador que le precedía, esa misma noche la pasó en el palacio de Whitehall con su última amante, lady Castlemaine. 


Carlos II bailando en la corte - S. Janssen

El nuevo Rey deseaba congraciarse con las gentes y declaró una amnistía para los seguidores de Cromwell pero no perdonó a los jueces y a quienes participaron en la ejecución de su padre. Todos ellos fueron llevados al patíbulo, Cromwell fue desenterrado y sometido su cadáver a un simulacro de ejecución. 

A partir de ahí todo fue alegría y una prolongada fiesta. Los ingleses después de veinte años de puritanismo, sin otra distracción que los monótonos himnos religiosos estaban necesitados de un respiro. Se abrieron casas de comidas, teatros, juegos públicos, bailes. Los londinenses adoraban a su Merry King

Carlos consideró la necesidad de dar alguna muestra de agradecimiento a quienes le habían ayudado a recuperar el trono y concedió a algunos de ellos propiedades en Norteamérica en unos territorios a los que se denominó Carolina en honor a su padre. 

Contaba ya 32 años y debía casarse para asegurar herederos a la Corona. Eligió a Catalina de Portugal celebrándose  en 1662 dos bodas: una pública, la anglicana y otra privada y en secreto, la católica. Ella aportaba una gran dote en la que destacaban Tánger y Bombay y eso la hacía muy atractiva a los ojos del Monarca. 

Catalina de Portugal

El rey inglés estaba siempre necesitado de dinero, lo que le otorgaba el Parlamento no cubría las refinadas necesidades a las que se había habituado en Francia y por ello aceptaría la proposición que le había hecho Luis XIV para que le vendiera Dunkerque por una crecida suma. La venta de un punto tan estratégico para Inglaterra no gustó a la mayoría de sus consejeros. 

A los cinco años de iniciado su reinado da comienzo la Segunda Guerra Holandesa. El conflicto se desató como consecuencia de la conquista de Nueva Amsterdam, en Norteamérica (la actual Nueva York), por parte de los ingleses. El ataque por sorpresa de los holandeses a la flota naval inglesa que se encontraba anclada en el Támesis puso fin a la contienda y obligó a Carlos a firmar el Tratado de Breda. 

No fue ésta la única situación difícil. En 1665 se desató una epidemia de peste bubónica en Londres que causó más de 100.000 muertos. La nobleza y el rey se refugiaron en la campiña. Unos meses más tarde un devastador incendio arrasó Londres, la ciudad medieval quedo destruida, se perdieron mas de 13.000 casas y 87 iglesias. La primitiva Catedral de San Pablo quedo destruida.

Gran incendio de Londres

Después vendrían otras guerras y otras estrategias. Se sucederían los consejeros y también las amantes de cualquier condición puesto que cualquier mujer ya fuera noble, actriz o vendedora de frutas por la calle podía convertirse en su concubina si era lo bastante bella. También se sucederían los hijos bastardos de los que llegó a reconocer catorce. Era generoso, todas las madres de sus hijos eran distinguidas con títulos nobiliarios y alcanzaban un gran estatus social. 

No obstante el Rey no conseguía un hijo legítimo, todos los que engendraba en su esposa acababan en aborto. Catalina sufría en silencio la adicción al sexo de su esposo porque en su fuero interno sabía que él le tenía un profundo cariño. Carlos nunca aceptó el divorcio a pesar de la insistencia de sus consejeros que no querían que el heredero de la Corona fuera Jacobo, el católico hermano del Monarca. 

En 1678, Carlos había firmado un tratado secreto con Luis XIV en el que el Rey francés se comprometía a pagarle varios millones  anuales a cambio de que sirviera a los intereses de Francia y a que se comprometiera a abrazar la religión católica en un futuro. 

Ese mismo año los aires políticos vaticinaban tormenta. Tito Oates, un aventurero pretendiente a clérigo, denunció ante el Parlamento que existía una conspiración para asesinar al Rey y sustituirlo por Jacobo. Como consecuencia de estas denuncias se produjo una gran conmoción y los anglicanos empezaron a lanzar acusaciones a los católicos. Para evitar conflictos, Carlos II disolvió el Parlamento. Poco antes de la disolución, la Cámara había aprobado una ley de capital importancia ya que constituye uno de los pilares más sólidos de la libertad individual: el Habeas Corpus

Dos años después parecía que el país caminaba de nuevo hacia una guerra civil, debido a las luchas entre los partidarios de La Ley de Exclusión, que impedía que Jacobo fuese el sucesor en el trono, y los no partidarios. Antes de que la ley fuese aprobada Carlos II dando un golpe de mano certero disolvió de nuevo el Parlamento. El pueblo lo apoyó masivamente demostrando una gran lealtad a su Rey. Desde ese momento Carlos II gobernó como un monarca absoluto.


Carlos II - John Wright

El Rey vivió unos años de tranquilidad hasta que el 2 de febrero de 1685 sufrió un cuadro repentino de nauseas y vómitos acompañados de dolor de cabeza. Se le aplicaron las consabidas sangrías y las terapias habituales pero nada se pudo hacer y falleció cuatro días más tarde como consecuencia de lo que parece haber sido un síndrome urémico. Dándose cuenta de que se moría solicitó que un sacerdote católico le diera la extremaunción. 

Carlos II fue un conquistador, un amable seductor, un perfecto caballero a la usanza inglesa hasta tal punto que, en el momento de morir, pidió perdón a todos los que pudiera haber ofendido. Sin embargo y a pesar de la simpatía que, traspasando los siglos, despierta su figura, no hay que olvidar que el Merry King traicionó alegremente a su país, a la iglesia anglicana y a la católica, a su esposa y a todas y cada una de sus amantes. 

Está enterrado en la abadía de Westminster.

Bárbara de Braganza, esposa de Fernando VI

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Bárbara de Braganza. Jean Ranc. Museo del Prado



En 1724, Fernando, hijo del Rey Felipe V de España, es nombrado Príncipe de Asturias y aunque el jovencito apenas contaba 11 años de edad se decide que es el momento de ir buscándole esposa. 
La tarea era difícil y en la política matrimonial había que tener en cuenta muchas cosas. Por supuesto era impensable que los candidatos a contraer matrimonio tuvieran alguna opinión. 

Según nos cuenta Gonzalez-Doria, en aquellos momentos existían más de cien princesas casaderas en Europa. Por orden del rey Felipe V se redactó un memorándum con todas ellas y como si de un concurso de misses se tratara se inició la selección desechando a las que por edad no interesaban y a las que no convenían a los intereses políticos del Reino español. 

Dª Bárbara de Braganza, hija de D. Juan V de Portugal y de la Archiduquesa Mariana de Austria estaba en los primeros puestos de la clasificación. Había nacido en 1711, tenía por tanto dos años más que D. Fernando y además interesaba tanto a España como a Portugal incrementar los lazos de amistad. 

La madrastra de Fernando, Dª Isabel de Farnesio, que no daba puntada sin hilo, y que deseaba ver a sus hijos coronados, consideró y así se lo hizo saber a su esposo, que lo que interesaba a España era un doble enlace. Dª Bárbara casaba con Fernando y la hija de Isabel y Felipe V, María Ana casaba con el Príncipe heredero de Portugal. De este modo aseguraba ya una corona para una de sus hijas. 


Isabel de Farnesio. Jean Ranc. Museo del Prado


Se iniciaron las conversaciones y mientras se esperaba a que los principitos crecieran se solicitaba a Portugal el retrato de Dª Bárbara, solicitud que siempre recibía alguna excusa como respuesta. Finalmente el marqués de los Balbases escribía desde Lisboa a Felipe V : "La cara de la Señora Infanta ha quedado muy maltratada después de unas viruelas, y tanto que afírmase haber dicho su padre que sólo sentía hubiese de salir del Reino cosa tan fea…"

Finalmente el retrato de la Princesa se envía a Madrid pero, el propio Balbases advierte: "no está nada semejante porque además de encubrir las señales de la viruela se han favorecido considerablemente los ojos, la nariz y la boca, facciones harto defectuosas".

Pero como estas cosas no importaban, llegado el momento, se realiza el intercambio de princesas y se lleva a cabo, sobre el fronterizo río Caya,  en enero de 1729. Unos días después se celebra la misa de velaciones en Badajoz. Un diplomático inglés, el embajador Keene, escribió una crónica del encuentro de los nuevos esposos : "Pude observar que la Infanta, aunque estaba cubierta de perlas y diamantes, desagradó al Príncipe que, pese a sus prevenciones, la miraba como no dando crédito a lo que veía. Claro está, que si bien la desposada es un verdadero adefesio, este defecto se halla compensado por su conocimiento de seis lenguas" 

Realmente Dª Bárbara era enormemente culta y virtuosa. Además de las muchas lenguas que hablaba, sabía historia, música, amaba el arte y tenía muchas inquietudes a nivel intelectual. Nadie se imaginaba en aquellos momentos que el matrimonio de los contrayentes iba a ser enormemente feliz.

Fernando era un hombre melancólico y falto de cariño. No había conocido a su madre y su madrastra, Isabel de Farnesio, tan sólo le había demostrado indiferencia y ocasionalmente una cierta hostilidad, por tanto no había recibido el cariño de ninguna mujer. 

Fernando VI. Michael van Loo. Museo del Prado

Dª Bárbara era una mujer con una gran capacidad amorosa y enormemente comprensiva y todo ese amor lo vuelca sobre su esposo. Entre ambos nace la complicidad, la amistad y el amor convirtiéndose en una de las parejas más unida y compenetrada de la realeza. 

Tan sólo una sombra enturbiaba su idílica relación. Los hijos no venían y según los doctores Higgins y Le Mack la esterilidad era atribuible al Príncipe de quien decía éste último que "tenía muchos resplandores pero sin llamas para la generación" lo cual no significaba que no pudiera satisfacer a su esposa. 

La pareja vivía - por expreso deseo de Isabel de Farnesio - apartada de la corte en el Palacio del Buen Retiro. Allí, sin intrigantes palaciegos a su alrededor, Dª Bárbara se dedica a bordar, a componer música de la mano del compositor Scarlatti,  que había sido su maestro y se había trasladado con ella a España, a imprimir libros, a pasear por el campo junto a su esposo, a cuidarle y a mimarle. Por las noches siempre se organizaba alguna representación teatral a las que era muy aficionado D. Fernando, algún concierto o alguna opera, siendo un asiduo de estas representaciones el cantante Farinelli. Poco a poco alrededor de los Príncipes empezarían a acudir admiradores atraídos por la bondad de ambos.

Felipe V fallece en 1746 y Fernando es coronado Rey de España. La nueva Reina, Dª Bárbara, tiene 35 años en es momento y, según escribe el embajador de Francia, sus súbditos sienten por ella auténtica adoración por su dulzura y prudencia. 

Isabel de Farnesio, ya viuda, no se conformaba con un papel segundón y continuaba intrigando e intentando mover los hilos de la política de España. Por ésta razón los Reyes decidirían apartarla y desterrarla a La Granja, mostrándose inflexibles ante las muchas pretensiones de la viuda. 

Convento de las Salesas Reales

Dª Bárbara era consciente de que el hecho de no haber dado hijos a la Corona la apartaba de ser enterrada junto a su esposo en El Escorial y de acuerdo con D. Fernando funda un Monasterio, el de las religiosas Salesas, orden inexistente en España y para cuya fundación hizo venir a cuatro monjas italianas. La intención era que la iglesia del Monasterio sirviese a ambos de sepulcro y poder estar juntos durante toda la eternidad. Fue un cuantiosos gasto que salió de las arcas privadas de la Reina pero los madrileños, siempre tan ocurrentes, le dedicaron este versito. 

Bárbaro edificio, 
bárbara renta, 
bárbaro gasto, 
Bárbara Reina. 

La Reina era una mujer obesa y había presentado desde joven síntomas de diabetes que lógicamente se agravaron con el paso de los años y el aumento de su peso. Se movía con dificultad y además era asmática. 

En 1757 la reina enferma de una patología de difícil diagnostico en aquella época. El padre Flórez escribiría "La fue Dios purificando con una enfermedad tan molesta, tan prolija y tan poco limpia…”"Y el conde de Fernán- Núñez diría que Dª Bárbara a pesar de ser muy pulcra murió en "un estado de inmundicia". 

Bárbara de Braganza. Michael van Loo


La soberana estaba siendo asistida por los doctores Virgili, Suñol, Casal y Piquer. El Rey viendo, que a pesar de los cuidados que éstos le dispensaban la gravedad de su amada esposa aumentaba, impuso a los médicos una consulta con D. Vicente Pérez, "el médico del agua" que propuso curar a la Reina mediante su método de " humectación" consistente en purgas, sangrías, lavativas y agua fría. Estas terapias tan sólo agravaron el cuadro. 

Dª Bárbara sufría una carcinomatosis uterina que le provocaba dolores abdominales y grandes metrorragias . Probablemente también existieron metástasis pulmonares puesto que hay referencias a la continua tos de la Reina. 

En el verano de 1758 aparece un cuadro febril que indicaba infección y que precipitaría el final. La Reina falleció el 27 de agosto de 1758 en el Palacio Real de Aranjuez. Tenía 47 años. Sus médicos certificaron que :" Su Majestad tenía unos tumores escabrosos precedidos de supresión menstrual, que producen calenturas y que habían entrado en horripilaciónes…" 

Se le daría sepultura en en la Iglesia de la Salesas Reales donde un año después su esposo se reuniría con ella.



Sofía Dorotea de Celle y de Brunswick-Luneburgo,

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Sofía Dorotea - Henri Gascar - Residenzmuseum im Celler Schloss



El Ducado de Brunswick-Luneburgo surgió a finales del siglo XII, en la Baja Sajonia. Debido a la costumbre feudal de entregar a cada uno de los distintos hijos una parte del territorio, el ducado sería dividido en muchas ocasiones y uno de estos territorios desgajados fue el Principado de Calemberg que pasó a ser Ducado de Hannover y elevado a Reino después de que las potencias europeas decidieran otorgarle esa categoría en el Congreso de Viena de 1814. El Reino de Hannover contenía, entre otros, el Ducado de Brunswick-Luneburgo y el de Celle. 

Sofía Dorotea nació mucho antes de que esto sucediera, concretamente el 15 de septiembre de 1666. En ese año, en Inglaterra reinaba Carlos II Estuardo y poco podía imaginar nadie en aquel momento que el hijo de Sofía acabaría siendo Rey de Inglaterra. 

Sofía era hija del amor y era considerada ilegítima por su familia paterna. Su madre, una dama francesa llamada Eleanor, era de buena familia pero no poseía titulo y su padre era el Duque Jorge Guillermo de Brunswick-Luneburgo, al que no le estaba permitido un matrimonio morganático. 

Siguiendo la costumbre, el Ducado había sido repartido por el padre de Jorge Guillermo entre sus hijos y a Jorge le correspondió Luneburgo. El menor de sus hermanos, Ernesto Augusto, era codicioso y Jorge era un hombre enamorado de una plebeya y sin ningún deseo de contraer matrimonio con la esposa que se le había asignado: Sophia del Rin, Princesa del Palatinado - un territorio que hoy constituye uno de los 16 estados federados o Land de Alemania - que además era nieta de Jacobo I de Inglaterra y por lo tanto estaba incluida en la linea de sucesión de Gran Bretaña. Sophia era considerada un gran partido.

Jorge Luis - G. Kneller


Reunidos los hermanos llegaron a un acuerdo: Ernesto Augusto se casaba con Sophia del Rin y Jorge Guillermo le entregaba Luneburgo y prometía además no casarse nunca y no tener descendencia. A cambio se le concedía el pequeño Ducado de Celle y se le dejaba vivir en paz con su querida Eleanor. Lógicamente, Celle volvería a manos de Ernesto cuando Jorge Guillermo falleciera.

Por amor se pueden hacer promesas pero también se pueden romper y Jorge Guillermo acabó casándose con su amada Eleanor y concibiendo un año después a la única hija de ambos, Sofía Dorotea, que era considerada ilegítima precisamente por ser morganático el matrimonio de sus padres. 

Unos años más tarde moriría, sin descendientes varones, un hermano de Ernesto y de Jorge y este último reclamaría el territorio por la herencia que al ser el de mayor edad, le correspondía. Con el deseo por parte de Ernesto de aunar todo el Ducado y las ganas de obtener la gran fortuna con la que Jorge Guillermo dotaba a su hija si la familia la legitimaba, ambos hermanos, reunidos de nuevo, decidieron que Jorge Luis, hijo de Ernesto y Sofía Dorotea, hija de Jorge Guillermo se casaran. De ese modo los hijos habidos en ese matrimonio heredarían la totalidad de un gran Ducado que además, y a partir de entonces, no podría volver a dividirse y pasaría íntegramente a la linea de primogenitura.

Sofía tenía 16 años y su prometido 22 y ni ellos ni sus respectivas madres estaban de acuerdo con el enlace. La madre de él porque seguía considerando a Sofía una bastarda y la madre de ella porque deseaba que su hija se casara por amor y no por intereses políticos. Así las cosas, la boda, que a pesar de las suplicas, lloros y desmayos de Sofia se celebró, no pudo ser más lúgubre. Como es lógico pensar, el matrimonio fue infeliz desde el primer momento. Sofía no podía soportar que su marido la tocase, "me asquea ese hocico de cerdo" solía decirle a su madre y Jorge Luis, tal vez influenciado por la suya, la seguía considerando una bastarda sin suficiente categoría para él. No obstante, y venciendo el asco de ella y el desprecio de él, la pareja tuvo dos hijos : Jorge Augusto - que llegaría a aunar todo el territorio y a convertirse en el Rey Jorge II de la Gran Bretaña - y Sophia Dorotea.


Sofía Dorotea con sus hijos - Jacques Vaillant - Museo Bomann


Para cuando nacieron sus hijos Jorge Luis ya tenía una amante, la condesa Melusine von Schulenburg, que se convirtió en su favorita y cuya relación era notoria y patente importándole muy poco lo que su esposa pudiera pensar. Sofía más que sufrir encontró en ello una liberación de los deberes conyugales. 

Cuando parecía que la tranquilidad iba a ser su compañera a Sofia le llegó el amor. Philipp von Königsmark era un conde sueco, militar de profesión que llegó a Hannover con la aureola que le confería haber luchado en importantes batallas. Era atractivo y Sofía se enamoró de él al instante. El amor fue reciproco. 

Empezaron entonces los grandes errores de Sofía y de Philipp. Tuvieron poco cuidado y a pesar de que en público guardaban las distancias los ojos de ambos los delataban al mirarse. También se escribían fogosas cartas sin pensar en que podían caer en manos enemigas. Ambos se convirtieron en la comidilla de medio Hannover. Sus habitantes, que habían admitido, con una sonrisa entre pícara y comprensiva, la relación extramatrimonial de Jorge Luis, criticaban abiertamente a Sofía. 

Eleanor se daba cuenta del peligro y suplicó a su hija que dejase la relación por su bien y el de sus hijos pero Sofía no estaba dispuesta y de hecho ambos amantes habían planeado huir de Hannover para poder vivir su amor en libertad ya que las cosas se estaban poniendo muy difíciles y eran vigilados constantemente.

Philipp von Königsmark 




En la mañana del 2 de julio de 1694, el conde sueco abandonaba los aposentos de Sofía en el palacio de Leine. Se habían jurado amor eterno y habían planeado cómo escapar pero esa sería la última vez que se verían porque Philipp von Königsmark desapareció esa madrugada. Nadie le volvió a ver, nadie volvió a saber nada de él, era como si se hubiera volatilizado en el aire. 

Se empezó diciendo que el conde había sido abordado por un grupo de encapuchados que le apuñaló hasta matarle y que su cadáver había sido arrojado al río Leine. Se señaló como instigador del asesinato al marido y al suegro de Sofía. Lo cierto es que su cuerpo nunca se encontró y nada pudo probarse.

Unos días después de la desaparición, Sofía fue puesta en arresto domiciliario por su esposo al ser considerada adúltera. Posteriormente, y con el consentimiento del  padre de Sofía, que consideraba que su hija había desacreditado a la familia y debía ser castigada duramente por ello, se pronunció la disolución del matrimonio. No se la acusó de adulterio sino de haber abandonado a su esposo, de éste modo el castigo podía ser más riguroso. Entre las cláusulas del documento de disolución se incluía el encierro de Sofía durante toda su vida en el castillo de Ahlden. También se le impedía volver a ver a sus hijos y a sus padres. Sofía tenía 29 años cuando sucedieron los hechos.

Su reclusión duró treinta años durante los cuales estuvo sola, acompañada tan solo por el personal de  servicio que se le había asignado. No se permitió que la visitara ningún ser querido, ni tan siquiera a su madre le fue permitido verla. Mientras tanto, su otrora marido fue coronado Rey de la Gran Bretaña, a su hijo se le nombró Príncipe de Gales y su hija casó con el heredero al trono de Prusia. Las cartas de ésta última desde aquel país fueron su único consuelo.



Castillo de Ahlden


Sofía Dorotea murió el 23 de noviembre de 1726 víctima de un cáncer de garganta. No se hicieron funerales y ningún miembro de su familia acudió para darle sepultura.

El palacio de Liene, donde vivió Sofía hasta su reclusión, alberga hoy el parlamento Regional de la Baja Sajonia. Durante el verano de 2016 se estaban realizando unas obras de restauración y los trabajadores que las llevaban a cabo encontraron un esqueleto al desescombrar. 

Entonces se recordó lo acaecido más de 300 años antes y se dispararon las alarmas. ¿ Pertenecían esos huesos al conde Philipp? ¿ fue asesinado y emparedado su cuerpo para que no existiera ningún rastro del delito?. El profesor del Instituto de Medicina Legal que fue consultado por la policía aseguró que los huesos tenían más de 50 años y por tanto cualquier delito estaba ya prescrito.

Los huesos fueron llevados al Instituto de Antropología Histórica de la Universidad Georg-Albrecht en Göttingen y según la revista National Geographic el 14 de noviembre de 2016 los investigadores dieron el caso por cerrado asegurando que los huesos pertenecían al menos a cinco personas diferentes y ninguna de ellas era el conde Philipp von Königsmark.

El misterio continua, seguimos sin saber qué pasó aquella madrugada de 1694.

Alberto I de Bélgica

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Alberto ocupó el trono de Bélgica por una carambola del destino. Cuando nació en 1875 su tío Leopoldo II - de infausto recuerdo - ya ocupaba el trono y aunque no tenía hijos varones vivos que pudieran sucederle, por delante de Alberto en la linea de sucesión estaban su padre y su hermano mayor. La muerte de ambos lo convirtió en Rey en 1909, cuando falleció su tío. 

Cursó estudios en la École Militaire de Bruselas y con el paso del tiempo se fue convirtiendo en un hombre introvertido y estudioso al que interesaban las personas, sus vidas y sus preocupaciones y en especial las personas de la clase obrera. En bastantes ocasiones se mezcló de incógnito con el pueblo llano para conocer de primera mano sus aspiraciones. 

Durante unos funerales a los que había acudido representando a su padre conoce a Isabel Gabriela de Baviera, una sobrina de la famosa Sissi, y Alberto se enamora perdidamente de ésta hermosa princesa que además era inteligente, brillante y estaba llena de alegría. También ella se enamoró de él, y así lo demuestran las numerosas cartas que se escribieron. Contrajeron matrimonio en octubre de 1900.





Los príncipes se complementaban perfectamente, el carácter introvertido de él se contrarrestaba con la vivacidad de ella. Ambos eran cultos y a los dos les gustaba rodearse de escritores, músicos, artistas, científicos y filósofos. Ambos se sentían comprometidos con la sociedad, en especial con la clase social más vulnerable. 

En 1909 fallece ese terrible hombre que fue Leopoldo II y Alberto, puesto que ya había muerto su padre, sucede a su tío como rey. Los nuevos monarcas tenían ya tres hijos: Leopoldo, Carlos y Maria José. 

En ese mismo año de su ascenso al trono Alberto visita el Congo Belga y cabe suponer que, a pesar de que ya había pasado lo peor, se horrorizaría con las condiciones de vida de los indigenas a los que su tío había esclavizado puesto que, a su regreso a Bruselas, exigió al Gobierno un cambio radical en el trato a los congoleños  recomendando también la construcción de una red de ferrocarriles en la colonia. 

En Europa corría un viento hostil y el belicismo inundaba el ambiente. En 1913, Alberto, decide realizar una visita diplomática a Berlin. Durante la misma el propio emperador alemán, Guillermo II,  le informaría de su intención y la de su gobierno de invadir Francia y de hacer pasar las tropas alemanas por suelo belga. 

Cuando Alberto regresa a Bruselas, y ante la inminencia del conflicto bélico, refuerza su ejercito, incrementa el efectivo de tropas e instituye el servicio militar obligatorio. Al mismo tiempo informaría al gobierno francés de los planes de Alemania. 



Finalmente la Primera Guerra Mundial estalla, era el 28 de julio de 1914. El Gobierno belga con su Rey a la cabeza se niega a permitir el paso de las tropas alemanas hacia Francia. Como consecuencia el 4 de agosto de ese mismo año Alemania declara la guerra a Bélgica. 

Alberto se colocaría al frente del ejercito de su país, bajo las ordenes del general francés Foch, quien había sido nombrado jefe del operativo de las tropas belgas. Después de duras batallas los alemanes habían ocupado casi todo el país obligando a Alberto a replegarse al sudoeste de Flandes. Allí resistió cerrando el avance alemán hacia Calais y Dunkerque y permitiendo así que los aliados se prepararan para lo que sería su primera victoria: la batalla del Marne.

Mientras esto sucedía su esposa, la reina Isabel - una vez hubo puesto a salvo a sus hijos en Inglaterra  - también se desplazó al frente y en él, trabajando como enfermera, organizando hospitales de campaña, alentando a los médicos y elevando la moral de las tropas pasó la joven Reina los años de la guerra.




Al final de la contienda la labor diplomática de Alberto se hizo notar. Tras el tratado de Versalles, Alemania tuvo que pagar a Bélgica cuantiosas cantidades en concepto de reparación de los daños causados. Alberto lideró hasta el día de su muerte los trabajos de reconstrucción de un país que había quedado arrasado. Apoyaría también la reindustrialización y potenciaría de manera especial la flota mercante. 

Entre todas las cosas buenas realizadas por Alberto I cabría destacar el haber sabido inculcar en los belgas un sentimiento de orgullo por su país.Todas las fuerzas políticas de Bélgica aceptaron siempre el arbitraje del Monarca en todos los asuntos graves y delicados, conscientes como eran de que el único interés del Rey era Bélgica. Los belgas, como ocurría en todos los países que habían pasado una guerra, sabían y apreciaban el valor de la paz. 

Alberto siempre fue un gran deportista y era muy aficionado a los deportes de riesgo. El alpinismo le apasionaba y lo practicaba con regularidad. El 17 de febrero de 1934 había acudido a realizar una escalada a Marche-les-Dames, cerca de Namur. Iba solo, su escolta le esperaba abajo. Ante su tardanza, el escolta se decidió a dar aviso, acudieron en su busca aldeanos voluntarios y guardabosques pero lo único que hallaron a las 2 de la madrugada fue su cadáver con una gran herida en la cabeza. 

Dado que era un experto alpinista se desataron las especulaciones y se llegó a decir que había sido asesinado, que la muerte se produjo en otro lugar y que su cadáver había sido trasladado hasta allí. Las investigaciones no fueron concluyentes, no se supo si se precipitó al vacío al desprenderse una roca o si la cuerda que lo sujetaba se soltó. 

El lugar se convirtió en sitio de peregrinaje y muchos de los que hasta allí se acercaban cogían hojas o piedras para guardarlas como recuerdo. Uno de esos recuerdos eran unas hojas de árbol que presentaban unas manchas que parecían de sangre. 




En el año 2014 un periodista flamenco adquirió las hojas y un primer análisis de las mismas demostró que las manchas eran de sangre humana. Posteriormente el genetista forense Maarten Larmuseau y sus colegas de KU Leuven compararon el ADN de la sangre encontrada en las hojas con la de dos parientes lejanos del rey belga: el rey Simeón II de Bulgaria y una baronesa alemana. Su análisis confirma que la sangre pertenecía a Alberto I. Esta conclusión demuestra al menos que el Monarca murió donde se halló su cuerpo. 

Su muerte produjo una gran conmoción y un gran dolor. El pueblo belga sentía por su Rey un gran cariño, una enorme admiración y mucho respeto.  

Sus restos recibieron sepultura en la Cripta Real de la Iglesia de Nuestra Señora de Laeken, en Bruselas.

Jorge IV del Reino Unido

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El primero de los quince hijos que tuvieron el rey Jorge III del Reino Unido y su esposa Carlota vino al mundo en el palacio de St James el 12 de agosto de 1762, justo once meses después del matrimonio de sus padres. Automáticamente se le concedieron todos los títulos correspondientes al heredero al trono puesto que era el varón primogénito. 

Desde la tierna infancia Jorge demostró que tenía una gran inteligencia. Aprendió latín, griego, música, arte y consiguió hablar fluidamente alemán, francés e italiano. Era un buen estudiante y se perfilaba como un muchacho atractivo aunque con tendencia a la obesidad. Por desgracia no tardaría mucho en cambiar de rumbo. 

Cuando llegó a la mayoría de edad y como príncipe heredero que era, el Parlamento le concedió una asignación de 60.000 libras anuales a las que se unirían las 50.000 que le otorgó su padre, cantidad más que suficiente para vivir con lujo. También se le proporcionó, como residencia propia, el palacio de Carlton House. Seria en este palacio donde empezaría su decadencia moral. 

Lo primero que hizo al instalarse en su nueva residencia fue encargar al arquitecto Henry Holland su remodelación, gastando en ello una fortuna. Le gustaban mucho las mujeres y no le importaba pagar grandes cantidades de dinero para obtener sus favores. Se dice que a cada mujer con la que se acostaba le cortaba un mechón de cabello y lo guardaba en un sobre con el nombre de la dama en cuestión. Parece ser que en el momento de su muerte se contaron más de 7000 sobres. 

A Prinny, éste era el nombre por el que era conocido entre sus amistades, le gustaba la ropa y estaba obsesionado con parecer elegante no importándole el dinero que tuviera que dilapidar en conseguirlo. Como por aquel entonces el paradigma de la elegancia era un joven al que llamaban el “ Beau Brummell “ , añadió a su grupo de amigos a este personaje con la intención de que lo convirtiera en un dandy, su máxima aspiración. 

Mary Anne Fitzherbert - George Romney

Su disoluta vida le llevó a contraer grandes deudas que al principio eran sufragadas por su padre. Fue entonces cuando conoció a la que sería su gran amor: Mary Anne Fitzherbert. Ella era una mujer hermosa, seis años mayor que el príncipe, viuda por dos veces y católica. No se conformaba con convertirse en su amante y Prinny se casó con ella en secreto ya que la Ley de Matrimonios Reales de 1772 obligaba a Jorge a pedir el permiso del Rey para contraer nupcias y su padre no estaba dispuesto a aceptar el matrimonio con una católica. 

Aprovechando que las deudas del príncipe continuaban aumentando el rey Jorge III le comunica que no va a ayudarle a salir de ellas a menos que acepte casarse con su prima, Carolina de Brünswick-Wolfenbüttel, que en aquel momento era políticamente interesante para el Reino. Como las deudas le ahogaban, no tuvo más remedio que plegarse a los deseos paternos. El Parlamento aceptó el pago de los débitos del príncipe y el rey le ofreció una asignación mayor para cubrir sus necesidades. Su matrimonio secreto fue anulado. 

Los contrayentes se conocieron tres días antes de la boda y ninguno quedó satisfecho. Ella era fea, de baja estatura, oronda y sin un ápice de elegancia en sus modales y él bastante más obeso de lo que indicaban sus retratos.

El día de la boda Jorge apareció borracho en la ceremonia y a decir de su recién estrenada esposa permaneció borracho durante toda la noche. En cualquier caso el príncipe - a pesar de su borrachera - debió cumplir con sus deberes conyugales puesto que nueve meses después nació la hija de ambos. Una vez se produjo el nacimiento la pareja se separó de hecho. Él volvió con Lady Jersey, que en aquel momento era su principal amante, y ella busco consuelo en los brazos de cualquiera que se atreviera a ser su amante. 

Carolina de Brünswick-Wolfenbüttel - Thomas Lawrence

El rey Jorge III padecía una enfermedad hereditaria con afectación neurológica - hoy sabemos que se trataba de porfíria - y sufrió un brote de demencia en 1788. El Parlamento inicio los tramites para votar una Ley de Regencia, que finalmente y ante la mejoría del Monarca no fue aprobada.

Distintos brotes de la enfermedad aparecerían durante los siguientes años pero el Rey lograba recuperarse de ellos aunque con cada uno de los que sufría se iba deteriorado más. Finalmente, en 1811, su demencia era de tal magnitud que tuvo que ser recluido en el castillo de Windsor y el  Parlamento nombró Regente al príncipe Jorge. 

A pesar de que durante el periodo de Regencia ocurrieron hechos de singular importancia, como el inicio de la Emancipación Católica, la guerra contra Francia y la victoria de los ingleses en la batalla de Waterloo, podemos afirmar que por lo que verdaderamente se conoce a este periodo en el Reino Unido es por la creación del estilo Regencia.

Prinny encargó a su arquitecto favorito, John Nash, la remodelación del Palacio de Buckingham, la creación de Regent's Park, de Regent Street y de Marble Arch entre otras edificaciones y ya fuera de Londres su obra más extravagante: Brighton Pavilion. Fue ésta una construcción inspirada en el Taj Mahal por expreso deseo del príncipe que deseaba un palacete de estas características en la playa. 


Brighton Real Pavilion.

Hay que reconocer que a Jorge le gustaba el arte y promovió a artistas como John Constable y Thomas Lawrence. Siendo ya rey apoyó también la fundación de la National Gallery. 

Las relaciones con su esposa eran ya inexistentes. Carolina, que también llevaba una vida licenciosa, había sido acusada de adulterio, se le habían restringido las visitas a su hija y se había visto ninguneada socialmente. Finalmente, y una vez que se le hubo prometido una abultada renta, había abandonado Gran Bretaña y se había establecido en Italia. 

Jorge III muere en 1820 y como consecuencia Prinny, pasa a convertirse en el Rey Jorge IV. Como todo en él tenía que ser ostentoso, su coronación también lo fue y se gastaron en ella un millón de libras. 

Todo estaba preparado para la gran fiesta, cuando apareció en escena su esposa Carolina que deseaba ser coronada y se consideraba con derecho a ello. Advertida la Guardia Real se le negó el paso por todas las entradas y finalmente Carolina, humillada, tuvo que desistir de su empeño. Esa misma noche enfermó y murió pocas semanas después para descanso del nuevo Rey.  Ante lo "oportuno" del suceso se llegó a decir que había sido envenenada. 

Banquete de la Coronación de Jorge IV


Jorge IV, cada vez más obeso, se había refugiado en el castillo de Windsor, aunque desde allí se entrometía cuanto podía en la política de su país. 

Ocho años después de su coronación comienza a sufrir dificultades respiratorias. Sólo podía dormir medio sentado y apoyado en varios almohadones. Sus piernas edematosas y duras llevaban a sus médicos, Henry Halford y Matthew Tierney entre otros, a recomendar sangrías y pinchazos en los miembros inferiores para disminuir la retención liquida. Su salud poco a poco se fue deteriorando hasta que en 1830 la insuficiencia cardiaca congestiva que sufría le provocó la muerte. Era el 26 de junio de 1830. 

Este rey caprichoso, mujeriego compulsivo, adicto a la comida y a las fiestas, dilapidador, arrogante y prepotente no provocó ningún sentimiento de pesar y ninguna lagrima brotó de los ojos de nadie cuando murió. Eso es al menos  lo que publicó el periódico The Times al día siguiente de su muerte. 

Fue enterrado en la Capilla de San Jorge de Windsor.

Petronila de Aragón

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En el año 1134 moría Alfonso I de Aragón y de Navarra apodado “El Batallador “ y no cabe duda de que las batallas le siguieron hasta la tumba. El Rey Alfonso I no tuvo descendencia y dado que un profundo sentimiento de ser parte de la “Cruzada” le había acompañado toda su vida decidió que también le acompañase después de su muerte de tal modo que, en su testamento, repartió el reino entre tres ordenes militares: la del Temple, la de San Juan del Hospital y la del Santo Sepulcro. 

No estuvieron de acuerdo los nobles aragoneses con el testamento y decidieron que quien debía ocupar el trono era Ramiro, el hermano del fallecido rey, que llevaba viviendo en un monasterio desde su tierna infancia.

Ramiro, al que lógicamente apodaron “El Monje”, tenía 48 años y ninguna gana de ser entronizado y por tanto los nobles se apresuraron a encontrar una esposa para él, con el único fin de que engendrara un heredero para el Reino. La elegida fue Inés de Poitou y, a pesar de algunos inconvenientes que surgieron, ambos esposos cumplieron con la tarea encomendada y nueve meses después de la boda nacía Petronila.

Desde el momento en que, tras el fallecimiento de su hermano, los nobles le instaron a tomar la Corona y dejar los hábitos, la conciencia de Ramiro II se había debatido entre lo que consideraba su deber para con Aragón y sus obligaciones como cristiano. El hecho de que antepusiera el Reino a su espíritu religioso no significaba que no se sintiera en pecado. 

Para Ramiro II fue una gran decepción el sexo de la criatura porque, según la costumbre imperante en Aragón, una mujer podía recibir el Reino pero no podía ejercer la potestad de gobernarlo y tan sólo un hombre, aunque éste fuera el yerno del rey, podía ejercer la “potestas”. Así pues, quien desposara a Petronila recibiría como dote el gobierno de Aragón. 

Ramiro tardó muy poco en empezar a buscar un marido para la recién nacida. Como era de esperar no faltaron candidatos entre los reinos vecinos para casarse con la pequeña pero ninguno fue aceptado porque ni Ramiro ni los nobles estaban dispuestos a que Aragón fuese “engullido” por Castilla o por algún otro reino. 


Ramiro II

Finalmente Ramiro II se decidió por el que consideraba el más débil entre todos los candidatos ya que no poseía ningún reino: el Conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV. El candidato contaba 24 años de edad, Petronila, su prometida, apenas tenía un año. 

Una vez firmado el documento a Ramiro II le faltó tiempo para retirarse a un monasterio donde cumplir penitencia por sus pecados, sometiéndose de este modo a los deseos del Papa, quien desde el primer momento había estado en desacuerdo con la decisión de Ramiro. Inés de Poitou tampoco se quedó para cuidar de su hija, regresó a su tierra y en el monasterio de Fontevraud pasó el resto de su vida. 

Como los padres de Petronila, siguiendo su religiosa vocación, la habían dejado sola se decidió que la persona más indicada para educarla era la reina Berenguela, casada con Alfonso VII de Castilla y hermana del prometido de la niña, el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV. 

Petronila se instaló en Castilla y Berenguela inició su educación. Pronto surgirían las intrigas de los castellanos y probablemente de la propia Berenguela para casar a la tierna niña con Sancho, el hijo del rey de Castilla. Los aragoneses se alarmaron y con la excusa de que el clima no sentaba bien a la criatura se la llevaron de vuelta a Aragón. Pero no sería allí donde acabaría su educación sino el en Palacio de los condes de Barcelona. 

El compromiso matrimonial, que había sido firmado en 1137, no se materializó hasta 1150 fecha en la que se celebró la boda en la ciudad de Lérida. Da comienzo a partir de entonces el reinado de la pareja aunque, y siguiendo las cláusulas del documento firmado por Ramiro y por Ramón Berenguer tan sólo Petronila ostentaría el título de Reina de Aragón y condesa consorte de Barcelona otorgándose a Ramón el título de Príncipe de Aragón. 

Contaba Petronila 16 años de edad, y habían pasado veinte meses desde que se celebró la boda, cuando espera su primer hijo. Más madura de lo que pudiera esperarse para su edad y ante el temor de no sobrevivir al parto, la reina-niña decide hacer testamento, legando el Reino de Aragón al hijo que naciese. Con ello Petronila demostraba ser completamente consciente de su papel como Reina, demostraba que se consideraba la transmisora de la “potestas” aún cuando no pudiese ejercerla y que entregaba el poder a quien consideraba su legítimo sucesor. También contempla la posibilidad de que el fruto de su vientre fuera una niña y deja dispuesto, en caso de que así fuera, lo mismo que su padre dispuso para ella. 

Petronila y Ramón Berenguer IV - Filipo Ariosto

Este hijo, al que se llamó Pedro, no llegaría a la edad adulta pero si lo hizo su hermano que nació cinco años después y al que se llamó indistintamente Alfonso y Ramón. Este segundo hijo de Petronila llegaría a ocupar el trono como Alfonso II y sería el primer titular de la Corona de Aragón que era el resultado de la unión del Reino con el Condado, manteniendo ambos sus leyes y respetándose mutuamente puesto que este era el pacto al que se había llegado en el documento firmado por Ramiro II y Ramón Berenguer. 

Aún tendría la reina otros tres hijos, dos varones, Pedro y Sancho y una niña, Dulce. Pero poco sabemos de su vida ya que una vez asegurada la descendencia el silencio la envuelve hasta que se produce de manera súbita la muerte de su esposo. 

Era el mes de agosto de 1662 cuando muere en tierras extranjeras Ramón Berenguer. Sin tiempo de hacer testamento escrito, el conde de Barcelona realiza declaración verbal de sus últimas voluntades que fueron trasmitidas por quienes le asistieron en aquel momento y publicadas en Huesca meses después. El heredero era su hijo Alfonso pero dada la edad del niño necesitaba un tutor, que no podía ser Petronila, viuda a los 28 años de edad, puesto que las leyes de Aragón no lo permitían. 

Las cosas, por tanto, se presentaban de la siguiente manera: Alfonso, que contaba entonces cinco años, era el nuevo Conde de Barcelona y además poseía la “potestas” para gobernar Aragón. Las intrigas sobre quien ejercería la tutoría del pequeño y el descontento general entre la nobleza fueron el desencadenante que hizo que, según algunos historiadores — siempre intérpretes debido a la pobreza de las fuentes — la reina convocase una asamblea para nombrar un consejo de regencia que junto a Fernando II de León, elegido finalmente como tutor del joven conde, ayudaría a éste en el gobierno de Aragón. 

Dos años después, en 1164, la reina abdica definitivamente en su hijo, convirtiéndose éste en rey de Aragón con el nombre de Alfonso II. A partir de ese momento Petronila se retira a Besalú en Gerona, lugar que le había sido cedido por su esposo en su testamento.

Poco más se sabe, la Reina silenciada murió diez años después en silencio y según parece en Barcelona. Nada sabemos de las causas de su muerte que ocurrió en el mes de octubre cuando contaba apenas 38 años. 

Se creía, lógicamente dado el lugar de su muerte, que Petronila había sido enterrada en la Catedral de Santa Eulalia pero, Juan Bassegoda , arquitecto de la catedral de Barcelona y antiguo profesor de la Real Cátedra Gaudí, publicó en marzo de 2001 un artículo en el que ponía en duda que fuera en éste lugar donde pudiera hallarse el sepulcro de la reina aragonesa. Dado que los estudios de ADN no han sido realizados, seguiremos con la duda y alimentando la nebulosa que envuelve la vida y la muerte de una reina concebida única y exclusivamente para mantener la integridad del reino de Aragón.


Estefanía de Bélgica

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Estefanía fue el tercer fruto de un matrimonio de conveniencia. Su madre, Enriqueta, era una Archiduquesa de Austria cuya vida discurrió feliz hasta que fue obligada a casarse con un ser demoniaco que acabaría convirtiéndose en uno de los mayores genocidas de la Historia : Leopoldo II.  
Nació en el Castillo Real de Laeken en 1864, un año antes de que su padre fuera coronado Rey. Como consecuencia del desgraciado matrimonio de sus padres su infancia fue también muy infeliz. Su padre, egoísta, cínico y cruel como era, menospreciaba a sus hijas por el simple hecho de ser mujeres y su madre, una mujer amargada y deprimida, fue la encargada de su educación que fue férrea en cuanto a las materias que se le impartieron. La muerte de su único hermano varón convirtió el gélido ambiente familiar en algo todavía más lúgubre.

El heredero al trono de Austria, el Kronprinz Rodolfo de Habsburgo, hijo del Emperador Francisco José y de la Emperatriz Isabel ( Sissi ) visitó Bélgica en 1880. El Emperador consideraba que Estefanía al ser hija de reyes y católica era una esposa conveniente y el matrimonio también convenía a Leopoldo II que deseaba el prestigio que pudiera otorgarle el emparentar con la principal rama de los Habsburgo. 

Rodolfo de Habsburgo


Estefanía dio gracias a Dios cuando vio a Rodolfo. Sus 16 años no pudieron resistirse a un príncipe tan guapo y con tan buenos modales y se enamoró de inmediato. Se daba la circunstancia de que su hermana mayor, ya casada, residía en Viena y Estefanía pensó que un mundo maravilloso se abría ante ella, un mundo de alegría y no de rencores y odios como aquel en el que ahora vivía. 

El compromiso se anunció de inmediato pero dada la inmadurez de la novia se decidió esperar un año para celebrar la boda. Durante este tiempo Estefanía mejorará su alemán, aprenderá húngaro y todo lo relativo al protocolo, nada sencillo, de la Corte austriaca. 

La boda se celebró en 1881 y cuando Estefanía llegó a la cosmopolita Viena con su aspecto infantil su figura nada grácil y su poca gracia en el vestir todas las mujeres del circulo del Kronprinz respiraron aliviadas. Rodolfo, aunque no estaba profundamente enamorado si sentía un especial interés en lograr que el matrimonio llegase a buen puerto e intentó conducir a su esposa hacia sus aficiones e intereses. El problema radicaba en que ambos eran diametralmente opuestos. En Rodolfo la genética materna de los Wittelsbach prevalecía y era, al igual que Sissi, hipersensible, nervioso y con tendencias depresivas Tenía grandes deseos de aprender y una enorme curiosidad por la cultura siendo sus ideas  profundamente liberales y anticlericales. Estefanía, por el contrario, era muy tradicional y conservadora. Las ideas anticlericales de Rodolfo la descomponían. 

No gozó la joven princesa de las simpatías de su suegra. La adorada Sissi se refería a ella como "esa gordita flamenca" o "el dromedario", pero a pesar de la falta de empatía con su nuera encontró en ella una manera de librarse de los compromisos a los que su rango la obligaba, y dejaba en manos de Estefanía inauguraciones, presidencias y todo tipo de actos públicos que ella detestaba. 


Estefanía y su hija Elizabeth


La pareja se había instalado en el palacio de Laxemburg y seria allí donde en 1883 nacería su primera hija, una niña a la que pondrían como nombre Elizabeth. Su nacimiento no había sido recibido con gran entusiasmo por no tratarse de un varón pero dada la juventud de la Princesa se esperaba que concibiese muchos hijos y en conseguirlo estaba la principesca pareja cuando, un año después,  Rodolfo enferma. El diagnostico es terrible, se trata de una enfermedad venérea. Los médicos examinan a Estefanía y la conclusión a la que llegan no puede ser peor, ha sido contagiada por su esposo y ha quedado estéril. 

Su matrimonio no era perfecto, ninguno había encontrado en el otro al compañero ideal pero, cuando esto sucede, Rodolfo decide no volver al lecho de su esposa al que, según parece, sólo visitaba con el fin de procrear. Estefanía por su parte siente una autentica aversión por ese Komprinz que la había dejado estéril. La idea del divorcio era impensable para la católica Corte de Viena y para la católica Princesa.

Estefanía se dedicaría por completo a ejercer su papel de Primera Dama y Rodolfo volvería a las correrías nocturnas de su época de soltería. Así, hablando tan solo de cara a la galería, realizaban las visitas protocolarias. En uno de esos viajes Estefanía conoce al conde Artur Potocki con quien se dice que inició una relación romántica que no paso del plano platónico.

En enero de 1889 la vida de Estefanía cambiará por completo. El día 30 Rodolfo y su amante María Vetsera son encontrados muertos en el pabellón de caza de Mayerling. Se especularía con la posibilidad de que fuera un asesinato de Estado o bien de que se tratara de un suicidio pactado entre los amantes. La carta que Rodolfo escribió a Estefanía y en la que decía "yo camino con calma a la muerte, lo único que puede salvar mi buen nombre" daría pie a la idea del suicidio. 

En el verano de 2015 la Biblioteca Nacional de Austria ha comunicado el descubrimiento de tres cartas de despedida que María Vetsera escribió a su familia antes de morir y que parecen confirmar que lo ocurrido en Mayerling fue un suicidio pactado entre los amantes. 

Estefanía y su segundo esposo.


Tras la muerte de su esposo a Estefanía le entra, al igual que a su suegra, la fiebre viajera. Deja a su pequeña hija bajo el cuidado de su abuelo Francisco José y se dedica a recorrer Europa. Así conocerá a Elemér Lónyay un conde húngaro con quien iniciará una relación que acabará en boda en 1900. El enlace le haría perder todos los títulos y privilegios que ostentaba en la Corte austriaca y la custodia de su hija que permanecería en Viena al cuidado de su abuelo. 

La pareja se establecería en el Castillo de Oroszvar en Eslovaquia y aquí tendrían una vida plácida salpicada por algunas situaciones negativas como el tener que reclamar junto a su hermana la herencia de su padre, Leopoldo II, o el tener que desheredar a su hija - con la que ya no mantenía ningún contacto - como consecuencia de la desaprobación que le produjo los intentos de divorcio de ésta. 

En 1935, Estefanía, publicaría sus memorias con el titulo "Debería ser Emperatriz". Esa publicación  supuso un gran escándalo en Viena. 

El matrimonio, ya anciano, seguiría viviendo en su castillo a pesar de las sugerencias de sus amigos para que lo abandonaran una vez iniciada la Segunda Guerra Mundial En 1945 y ante la llegada de los rusos son trasladados a la abadía benedictina de Pannonhalma que en aquel momento estaba ocupada por la Cruz Roja. 

En este centro pasaría la princesa las últimas semanas de su vida. En agosto de 1945 sufrió un accidente vascular cerebral que le causaría la muerte el día 23 de ese mismo mes.
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