Juana de Castilla - Juan de Flandes
Fue la tercera de los hijos de los Reyes Católicos y por lo tanto Infanta de Castilla y de Aragón desde su nacimiento. Vino al mundo en Toledo un 6 de noviembre de 1479. A pesar de que la corte de sus padres era itinerante, su educación, como la de sus hermanos, fue muy estricta, muy severa y llena de prácticas piadosas.
Ya desde pequeña dio muestras de exacerbación al hacer las cosas. Se flagelaba con frecuencia para purificarse ante Dios o dormía en el suelo para hacer un mayor sacrificio. No era hermosa pero si atractiva, tenía el cabello castaño, los ojos verdes un rostro ovalado, una figura esbelta y un generoso busto.
A los dieciséis años se la promete con Felipe de Austria. Su compromiso, como no podía ser de otra manera tratándose de una hija de los Reyes Católicos, fue por motivos políticos. El novio era Felipe de Austria, al que la Historia bautizó como Felipe “ El Hermoso”. Acompañada de un nutrido séquito Juana fue llevada a los estados de su prometido para celebrar el casamiento.
Los prometidos se reunieron en Lier, aunque Juana hubo de esperar a Felipe durante más de 20 días pero, parece ser, que se gustaron desde el primer momento. Tal fue la atracción que aunque la ceremonia nupcial estaba prevista para cuatro días después, llamaron a un sacerdote para que los casara de inmediato, pues, según parece, a ambos les urgía consumar el matrimonio.
Felipe era un hombre muy vanidoso, amigo de recibir adulaciones y acostumbrado a que las damas de su corte cayeran rendidas a sus pies. No estaba dispuesto a cambiar sus costumbres licenciosas por el simple hecho de haber contraído matrimonio. Para Juana las cosas eran distintas, ella se había enamorado y exagerada como era en todas sus manifestaciones en el amor lo fue doblemente. El amor que sentía por su esposo rayaba en la adoración, era pueril, empalagosa y sus celos, en la mayoría de los casos fundados, eran extremos y la llevaban a provocar escenas y situaciones extravagantes.
Felipe "El hermoso" - Juan de Flandes
Felipe estaba harto de aguantarla, necesitaba aire y libertad y se sentía asfixiado por Juana pero, para calmar sus celos, no veía otra solución que cumplir con sus deberes maritales y lo hacía con acierto puesto que tuvieron seis hijos.
Juana empezó a dar muestras de su enfermedad mental en su primer embarazo. Sus más allegados empezaron a notar cambios en su conducta impropias de una Infanta de Castilla. Quince meses después da a luz a su segundo hijo y, según nos cuentan, lo parió en las letrinas del palacio de Gante al no querer dejar solo a Felipe durante una fiesta y viéndose de pronto acuciada por el inminente parto.
Juana se había convertido ya en heredera del trono de Castilla al morir su hermano Juan y su sobrino Miguel. Los Reyes Católicos, a pesar de que no les gustaba su yerno y de que ya sabían de los trastornos de Juana, les piden que regresen para ser jurados como herederos por las Cortes. No llegaran a España hasta 1502, tras haberse recuperado Juana del parto del tercero de sus hijos. Pocos meses después de realizado el juramento, Felipe decide abandonar Castilla y regresar a sus tierras donde se lo pasaba mejor pero, como había dejado de nuevo embarazada a la Infanta acuerda, a petición de los Reyes Católicos, que Juana permanezca al lado de sus padres hasta que el parto se produzca y se haya recuperado.
Felipe inicia el viaje contento al verse libre de su empalagosa esposa. No ocurre lo mismo con Dª. Juana. Según Gonzalez-Doría la Infanta "cae en un estado de desesperación al ver partir a su esposo". Pensó de pronto la Infanta que podría, tal vez , alcanzar todavía a D. Felipe y tal y como lo pensó lo hizo. Salió de la cama, descalza y sin ropa de abrigo y echó a andar por los corredores del castillo hasta llegar a la plaza de armas, donde la detuvo el obispo de Córdoba, forcejeó con él y ni sus damas ni el obispo lograron que volviera a sus habitaciones, pasando la noche al raso y dando golpes a los barrotes que le impedían salir.
Juana y Felipe - Joseph Sequence. Museo de Bellas Artes. Bruselas
Pasó ese verano de 1503 reponiéndose del parto en el Castillo de la Mota y los doctores de cámara, Soto y Gutiérrez de Toledo, que la acompañaban, escriben a la Reina Isabel sobre el estado de su hija : "Algunas veces no quiere hablar, otras da muestras de estar "trasportada"....días y noches recostada en un almohadón con la vista fija en el vacío". Isabel intentaba retener a su hija en Castilla hasta que su estado mental mejorara pero, tan tensas se volvieron las relaciones entre ellas que, al final, la Reina Isabel, aconsejada por Cisneros, la deja partir hacia Flandes.
En noviembre de 1504 fallece la Reina Isabel. El Rey Fernando proclama de inmediato a su hija como Reina de Castilla. El viaje de la real pareja a Castilla debe posponerse pues Dª. Juana queda de nuevo embarazada y el parto no se producirá hasta septiembre, por tanto, hasta la primavera de 1506 no llegan a su nuevo reino iniciándose entonces, ante el deterioro mental de Juana, las luchas por el poder entre Felipe y Fernando "El Católico".
Juana está en el quinto mes de una nueva gestación cuando, en septiembre de ese mismo año de 1506, D. Felipe fallece tras una enfermedad que duró pocos días. Según testigos presenciales, cuando se produjo el óbito, Dª. Juana quedó como petrificada, sin derramar lágrimas y sin querer apartarse del lecho. Dio órdenes de que ninguna mujer tocase el cuerpo de su esposo. Mandó que lo embalsamaran y dio su permiso para que lo trasladaran a la Cartuja de Miraflores pero sin enterrarlo. En diciembre decide que D. Felipe debe ser enterrado en Granada y, traspasado ya el umbral de la cordura, inicia el viaje. Escoltaban al féretro frailes y soldados portando antorchas, ya que los caminos solo se recorrían durante la noche, y D.ª Juana cerraba el cortejo tras el ataúd. Lejos del difunto iban algunas de las damas de la Reina. Se descansaba durante el día al cobijo de alguna iglesia del lugar donde parasen. En Torquemada la Reina inicia los dolores del parto y allí mismo alumbrará a la última de sus hijas. No había partera en el pueblo y una de sus damas, Dª María de Ulloa, hubo de ayudarla.
Juana "La Loca" - Francisco de Padilla.
Salió el Rey D. Fernando, que había regresado ya de Italia, al encuentro de su hija y con engaños y tiempo logró conducirla a Tordesillas. Allí fue alojada en una fortaleza que en su día había sido el palacio de Pedro I de Castilla y el féretro de su esposo se depositó en el convento de Santa Clara.
Las cosas en Castilla estaban revueltas pero, Dª. Juana permanecía ajena a los vaivenes de su Reino. Cuando los Comuneros penetraron en el castillo y quisieron liberarla argumentando que estaba prisionera y en su sano juicio ni siquiera se inmutó, permaneció ajena a todo, mirándolos sin verlos y sin escucharlos.
Allí encerrada, Juana sufre arrebatos de violencia, golpea a las criadas, rompe las vajillas, esparce los alimentos por el suelo y en ocasiones pasa días sin dormir. Hoy sabemos que tenía una enfermedad mental grave, un síndrome esquizoafectivo con ideas delirantes que se había ido agravando con cada una de sus gestaciones.
Pasaron los años. Llevaba ya algunos de ellos sin querer lavarse ni cambiarse de ropa. El cuerpo se le iba ulcerando, las ulceras se le infectaron y aparecieron la fiebre y los vómitos. Quienes la cuidaban, le arrancan las ropas del cuerpo en un intento de mejorar su estado, los gritos desgarradores se llegaron a escuchar fuera del palacio. Fue inútil.
Pasaron los años. Llevaba ya algunos de ellos sin querer lavarse ni cambiarse de ropa. El cuerpo se le iba ulcerando, las ulceras se le infectaron y aparecieron la fiebre y los vómitos. Quienes la cuidaban, le arrancan las ropas del cuerpo en un intento de mejorar su estado, los gritos desgarradores se llegaron a escuchar fuera del palacio. Fue inútil.
Juana "La Loca" recluida en Tordesillas - Francisco de Padilla
Falleció el 12 de abril de 1555. Previamente había tenido un momento de lucidez en el que pidió confesión. Tenía setenta y cinco años y durante cuarenta y seis había vivido recluida.