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Carlos VIII de Francia

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Carlos VIII Valois



Nacido el 30 de junio de 1470 era hijo de Luis XI y de Carlota de Saboya y fue el séptimo de sus hijos pero, cuando él vino al mundo ya habían fallecido sus hermanos mayores, por lo que fue el Delfín de Francia desde el momento de su nacimiento.

Tenía una constitución débil y enfermiza, por lo cual su padre, que ya había perdido muchos posibles herederos, se esmeró en su cuidado. Su educación estuvo a cargo de Guilleume Tardif, un humanista que le inculcó el amor al arte.

Tenía tan sólo trece años cuando murió su padre. Era el mes de agosto de 1483, y Carlos fue coronado rey de Francia pocos meses después pero, dada su minoría de edad y que la madre de Carlos tan sólo sobrevivió a su esposo unos pocos meses, la regencia paso a ocuparla su hermana Ana de Beaujeu y su cuñado Pedro II Borbón. No fue fácil la regencia y durante los casi ocho años que duró la misma, Ana tuvo que enfrentarse a las ambiciones de gran parte de la nobleza para lograr mantener la autoridad real. La boda de su hermano, el Rey, supuso el final de su lucha aunque volvería a ocupar la regencia durante las campañas militares de Carlos.

El rey D. Carlos deseaba contraer matrimonio con Ana de Bretaña y anexionarse de ese modo esa parte del territorio que ocupaba el ducado pero, se daba la circunstancia de que Ana acababa de contraer matrimonio por poderes con Maximiliano de Austria. Esa boda fue considerada como una provocación por parte de Francia ya que, por una parte contravenía el tratado de Sablé, según el cual el rey francés debería haber dado su aprobación al compromiso nupcial y por otra, ponía a la Bretaña en manos de su enemigo.

Los hechos se consideraron lo suficientemente importantes como para justificar una invasión del ducado y tras una lucha encarnizada y al no recibir la duquesa ninguna ayuda de los demás reinos, ni siquiera la ayuda de Maximiliano, su esposo por poderes, se ve obligada a rendirse. En la primavera de 1491 Carlos VIII entra en Rennes como vencedor. Allí mismo se anuncia el compromiso de Ana y Carlos tras repudiar la duquesa a Maximiliano I ya que el matrimonio no se había consumado.

Carlos VIII y Ana de Bretaña

Tras el anuncio del compromiso Ana se dirigiría a Langueais, lugar donde se celebraría la boda, escoltada por su propio ejercito, en un intento por demostrar que no se casaba obligada pero, al mismo tiempo, acudió al enlace con dos camas, haciendo patente con este gesto que el matrimonio no comenzaba precisamente bien.

A pesar de estos malos comienzos el matrimonio tuvo cuatro hijos ya que, tanto Carlos como Ana, sabían que una de sus obligaciones principales consistía en dar herederos a la corona y ambos pusieron empeño en ello, aunque la mayor parte del tiempo vivirían separados en distintas residencias. 

Poco después de la boda, Carlos da un nuevo rumbo a su política y comienza una expansión militar cuyo primer objetivo se centra en el Mediterráneo. Así, el rey francés inicia una campaña para conquistar Nápoles y hacia allí se dirige con un nutrido ejército al que sigue un gran número de rameras, unas 800 según algunos cronistas, para cubrir las necesidades de la cuantiosa tropa. Fernando II de Aragón “el Católico” no estaba dispuesto a consentir que Nápoles pasara a manos francesas por lo que envía a Gonzalo Fernández de Córdoba el “Gran Capitán”, quien da al traste con los planes expansionistas de Carlos.

Pero, la guerra había durado mucho y en 1495 empezaron a aparecer casos de una nueva enfermedad, que según Cumano, médico de Carlos VIII, comenzaba con unas pequeñas ulceraciones en el prepucio o en el glande. Los desmanes y saqueos, las violaciones, el traspaso de rameras de uno a otro bando, la repatriación de las tropas al final de la campaña y su dispersión por Europa extendieron el nuevo mal como si de una mancha de aceite se tratara. 

Los napolitanos le llamaron “mal francés”, pero como a los franceses no parecía gustarles esta denominación lo llamaron “ mal napolitano”. Pronto y ante las sospechas de que su origen pudiera ser americano, y haber sido traído por Colon desde allí, se le empezó a denominar también “mal español”. Lo cierto es que al margen de la guerra y de los nombres, la Europa renacentista se acababa de tropezar con lo que hoy denominamos sífilis. Ya en 1496 el alemán Grünspeck escribe un tratado sobre la nueva enfermedad y a los pocos meses, Leonizeno, médico de Ferrara, publicó su libro “De morbo gállico” aunque, el más clínico de todos los tratados se lo debemos al valenciano Gaspar Torrella que, en 1497, escribió un tratado sobre la lúes. 

Carlos se había hecho acompañar a su regreso de Italia por algunos artistas, y se dedicaría a embellecer el castillo de Amboise. Fue él quien inició las primeras reformas y mando construir un ala en estilo gótico tardío donde se ubicaban sus aposentos y los de la Reina. También hizo mejoras en los jardines.

Castillo de Amboise
A pesar de su fracaso en Nápoles, Carlos no se aburría, siempre estaba asistiendo a justas y torneos pues este tipo de juegos le distraían. Por otra parte ponía todo su empeño en conseguir que la Reina le diera un heredero, puesto que a pesar de haber tenido ya cuatro hijos los dos mayores habían muerto.

En la primavera de 1498, Carlos se disponía a asistir a un partido de pelota que se iba a realizar en el foso del castillo. A pesar de que el Rey era de baja estatura, al pasar por una de las puertas que daban acceso a un oscuro corredor se golpeó la cabeza. En un primer momento sólo sufrió una ligero mareo del que se repuso enseguida, continuando de inmediato hacia el lugar donde se celebraban los juegos. Mientras contemplaba el espectáculo y hablaba con el obispo de Angers perdió súbitamente el habla y cayó al suelo afásico. Eran las dos de la tarde y allí mismo lo recostaron en un sucio jergón mientras se daba aviso a sus médicos, que nada pudieron hacer por el Monarca. Carlos VIII fallecía a las once de la noche.

Commynes en sus memorias nos dice que, según los médicos que atendieron al Rey, éste presentó “catarro” y apoplejía. El diagnóstico parece claro : un hematoma subdural con probable fractura craneal. 

Carlos VIII murió el 7 de abril de 1498, tenía 28 años. Sus restos reposan en la basílica de Saint Denis.



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